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De Santos y santitos, una historia para recordar y no repetir

Nepotismo, actos poco transparentes, ineficiencia, degradación institucional y vaciamiento de estructuras y presupuestos fueron sólo algunas de esas pústulas.

“Teníamos que poner la casa en orden, revisarnos un poco internamente y a partir de ahí poder charlar con más tranquilidad. A partir de ahora reabrimos los canales de comunicación fluidos. Les doy la bienvenida al Ministerio”, fueron las palabras con la que en enero de 2016 Gustavo Santos rompía un hermetismo de un mes y medio que había empezado a impacientar no sólo a la prensa.

“Vamos a tener una conferencia por mes”, nos prometía entonces a la prensa especializada. Nadie sospechaba que su verborragia tendría como límite su bajísimo umbral a las preguntas no condicionadas. Por eso, la promesa de un encuentro mensual se convirtió en apenas tres reuniones en cuatro años y ninguna entrevista mano a mano.

Pero el destrato a la prensa crítica terminó siendo una mancha más a una gestión llena de lunares. Nepotismo, actos poco transparentes, ineficiencia, degradación institucional y vaciamiento de estructuras y presupuestos fueron sólo algunas de esas pústulas, las cuales fuimos denunciando e iremos recordando en esta nota.

Gustavo Santos
"Vamos a tener una conferencia por mes", nos prometía Santos entonces a la prensa pero no cumplió.

Las cifras del receptivo argentino en la gestión Santos

Pero primero cumplamos con el adagio de “goles son amores”, que muchos usan como medida del éxito o fracaso. Por eso, analicemos el cumplimiento de los objetivos primarios de la cartera: hacer lo posible para que haya más turistas visitando el país y argentinos recorriéndolo.

Días atrás fue el propio Santos quien habló de los records y los resultados “notorios y relevantes” de su paso por Suipacha 1111. Dijo que desde agosto de 2016 el receptivo no ha dejado de crecer y que la cantidad de extranjeros ascendería a 7,5 millones este año.

Datos que si bien son reales quedaron muy lejos de la vara planteada por el propio Santos en el Plan Nacional de Turismo presentado junto al presidente Mauricio Macri en la Casa Rosada. El objetivo explicitado por el entonces ministro era captar tres millones de arribos más y cerrar 2019 con 9 millones de turistas extranjeros. Esa expectativa quedó a 1,5 millones de llegadas de distancia, pese a que gozó con el viento a favor de una megadevaluación (el dólar rondaba los $ 14 al iniciarse 2016).

El funcionario también se vanaglorió días atrás de que el turismo receptivo generó en 2018 US$ 5.800 millones, lejos de los US$ 8.000 millones a los que se aspiraba llegar en 2019.

Macroconsulting y más desfalcos

A la semana siguiente de la presentación del Plan advertimos que muchos de los funcionarios provinciales y dirigentes empresariales consultados desconocían los alcances concretos o cómo se lograrían las medidas propuestas. Algunos apenas habían visto unas filminas del Plan.

“Si no se explica cómo se harán las cosas, esto se convierte en un relato aspiracional y no en un plan de negocios para lograr el crecimiento. Es poco serio, como también lo es apoyar esto a libro cerrado”, resumió entonces un reconocido consultor del sector. También en algunas provincias, por lo bajo, se mofaron del Plan. “Es un compendio de buenos augurios y nada más”, dijo la titular de una cartera.

Ya entonces estaba claro que el nuevo equipo del entonces Ministerio elegiría a las consultoras por encima de la planificación participativa. Lo insospechado era que el apoderado y expresidente de una de las empresas favoritas, Macroconsulting, fuera al mismo tiempo parte del área de Estudios de Mercados y Estadísticas de la Subsecretaría de Desarrollo del MinTur, Juan Pablo Tarelli.

Un escándalo que revelamos y denunciamos formalmente desde este medio con actas y documentos que probaban esa doble relación que anidaba en la cartera conducida por Santos. El favoritismo se expresó en la acumulación de contratos (encuestas, capacitaciones y relevamientos varios) por al menos US$ 3,5 millones, incluyendo la realización y monitoreo del famoso Plan del cual venimos hablando.

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¿Fue apenas un desliz? Lamentablemente no, este medio se encargó de documentar y denunciar ante la Oficina Anticorrupción otros casos de flagrante falta de transparencia.

Por ejemplo, a través de una acción cooperada entre el Ministerio de Turismo y el Consejo Federal de Turismo se invirtieron $ 10 millones en una pauta radial durante la Semana Santa de 2016.

Fue tan burda la maniobra que la compulsa de precios (a lo cual obliga el reglamento de contrataciones para esos montos) se hizo entre tres empresas, dos de la cuales compartían domicilio fiscal y comercial y el CEO y fundador de la ganadora era el presidente de otra de las agencias que se presentó al concurso. Un escándalo por donde se lo mire.

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Pero la agencia beneficiada con ese contrato recibió otro mucho más jugoso, en otra opaquísima operatoria. Tanto que después de la denuncia de este medio cosieron y descosieron expedientes para ocultar que el Inprotur había inflado en US$ 500 mil el presupuesto original de una campaña promocional en Estados Unidos.

Como se habían excedido con el inflador dividieron el contrato entre dos, una parte para la agencia de publicidad favorita de la gestión Santos y la otra para una ignota sociedad uruguaya. Ignota para el público en general, no para los ganadores del contrato, que eran quienes la controlaban.

Tal era la impunidad que gozaban que hasta fraguaron fechas de los expedientes y actas de los directorios del Inprotur. Toda esta trama fue revelada por este medio y denunciada ante la Oficina Anticorrupción, mientras el sector -que es en última instancia el perjudicado- mantuvo un ruidoso silencio y ni pidió explicaciones.

El expolio

Tampoco nadie dijo nada durante los años en que denunciamos una y mil veces cómo la gestión Santos incumplió sistemáticamente con la obligación legal de que lo recaudado en el Fondo Nacional de Turismo se aplicara específicamente al sector. Desde 2017, la mitad de lo producido por el impuesto a los pasajes al exterior no se gastó en Turismo. Si incluimos el caído Presupuesto 2020, se le habrían expoliado a la actividad la friolera de $ 8.700 millones.

Si descontamos 2020, tenemos una diferencia de $ 4.000 millones. ¡Oh casualidad! La misma cifra que blanquearon en octubre pasado cuando por decreto le dejaron ese monto en un pagaré al Inprotur, ya que necesitan ese dinero para cubrir necesidades financieras del Estado (la mayoría vinculadas al pago de la deuda externa).

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Macri y Santos en la FIT.
Macri y Santos en la FIT.

Nepotismo y degradación institucional

Al margen de estas pústulas, ¿respetaron y cuidaron la institucionalidad? Tampoco hay buenas noticias por este lado.

De Ministerio el sector fue degradado a Secretaría. Se desarticularon innumerable cantidad de áreas y se discontinuaron programas de alcance nacional como: la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario (Raturc), el Sistema de Información y Estadística del Turismo (SIET), el proyecto de armonización de estadísticas provinciales, el Programa de Fortalecimiento de Destinos Turísticos Emergentes (Profode) y la Red Nacional de Educación, entre otros.

Como denunciaron los propios trabajadores de la SecTur, hubo serios problemas a la hora de “modernizar” la gestión interna de procesos, algo que se padeció -por ejemplo- con la temporal destrucción de la base de datos de Agencias de Viajes (“Encontrar información de una agencia se tornó un trastorno para todos/as”).

Tampoco se puede dejar de mencionar la desarticulación del Turismo Social y la entrega de dos de las unidades de Chapadmalal por supuesta falta de presupuesto (cuando vimos que sobraba). Por cierto, si de ahorrar se trata se hubieran evitado pagar con sobreprecios los alquileres de oficinas del Ministerio de Turismo, donde las diferencias en los montos mensuales llegaron a superar el 90% respecto a lo que abonaban otros inquilinos de la Torre Brunetta por la misma superficie.

Otra característica a nivel jerárquico fue el clima familiar que se respiró desde 2016. Varias parejas y familiares se unieron a Suipacha 1111 para acompañar a la nueva gestión.

El caso más conocido fue el del hijo del propio exministro, Matías Santos, quien fue jefe de Gabinete hasta que el pasado 29 de enero de 2018 el presidente Mauricio Macri lanzó en el Salón Blanco de la Casa Rosada una cruzada contra el costo de la política y emitió un decreto prohibiendo el nombramiento de familiares de los ministros en la administración pública.

El primero en ofrecer la renuncia de su hijo fue Gustavo Santos, pero la realidad es que Matías continuó como mano derecha de su padre en la mesa chica del organismo. Al punto que áreas sensibles del Ministerio le siguieron reportando a él y era una figurita habitual en las misiones al exterior.

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Si tuviéramos más espacio podríamos seguir nombrando pústulas de una gestión que fue algo más que mediocre, pero es necesario recordar para no repetir ni dejar que se reitere el silencio cómplice de muchos.

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