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Opinión
Crisis del turismo

La dirigencia gremial de Turismo no la ve

En esta nota de opinión Hernán De la Colina, empresario y asesor durante la gestión de Gustavo Santos y Enrique Meyer, expone su plan táctico para que el cambio que pregona Javier Milei irrumpa en Turismo.

En esta columna de opinión, el empresario Hernán De la Colina analiza la coyuntura turística y plantea un nuevo modelo de gestión para contrarrestar la crisis del turismo. El autor intelectual del plan desregulatorio de las agencias de viajes que llevó a cabo el presidente Javier Milei, brega por la renovación total del Inprotur.

“Los responsables de la crisis del turismo somos los privados, no los funcionarios. Daniel Scioli o Yanina Martínez, o antes Matías Lammens y Gustavo Santos, por citar algunos, están o estuvieron de paso en el sector turístico. Ellos no son el problema.

Los empresarios y dirigentes gremiales somos quienes debemos marca la agenda, plantear los objetivos y exigir resultados.

Eso no sucede ahora, ni durante la última década. Si seguimos sin hacer autocrítica, nos hacemos los distraídos y aplaudimos las gestiones vacías, no esperemos que haya cambios.

La sociedad, en diciembre de 2023, votó por un cambio. Es tiempo que en Turismo hagamos ese cambio, y debemos empezar haciendo un mea culpa.

Nos urge una dirigencia privada que defienda los intereses de sus representados, y no se maneje según los beneficios de unos pocos.

En nombre del Turismo defienden cuestiones que no funcionan y gestionan por políticas que, a la mayoría de los prestadores no les atañe, ni les cambia la ecuación en sus negocios.

Desde otro lugar aportamos ideas, y eso no implica que tengamos la ´verdad´ o ´razón´. Bienvenido si hay otros proyectos superadores. Lo importante es debatir y discutir alternativas.

Esto no se trata de personas, sino de ideas. Es momento que el control y futuro de la actividad quede en manos del sector privado.

El plan táctico que seduce a Javier Milei

Seguramente nos equivoquemos en el camino, como sucedió en el pasado. Pero debemos cambiar la matriz de desarrollo turístico, porque la pospandemia nos dejó bien en claro que las políticas y la promoción que venimos haciendo hace 25 años, ya son obsoletas.

Podemos generar más arribos internacionales y multiplicar los ingresos de divisas. Contamos con una industria importante y relevante para la economía nacional, más allá de su rango o lugar, pero no lo aprovechamos.

Es tiempo de enfocarnos en el desarrollo de la demanda y no tanto el producto, el cual ya está consolidado.

Basta de esperar subsidios, y rediseñemos la promoción nacional e internacional de Argentina. El modelo actual no funciona.

Debemos apostar al turismo de naturaleza y la integración de Parques Nacionales. No atendiendo ni capitalizando, los cambios en los hábitos de consumo mundiales tras la pandemia.

El gobierno de Javier Milei avanza en la desregulación del sector, pero falta.

Radiografía de una gestión ineficiente y la crisis del turismo

Cada vez son menos los turistas internacionales que recalan en Argentina y no es un tema de tarifas. No somos caros, lo es que costoso es la composición impositiva que encarece la oferta.

Un ejemplo claro son las tarifas aéreas. Gran parte del valor son impuestos. No puede costar lo mismo una tasa aeroportuaria de un vuelo a Montevideo que a Nueva Zelanda. La política de cielos abiertos también debe revisar estas cosas, porque tenemos mucha competencia.

También debemos dejar de creer que se puede desarrollar una política turística receptiva internacional, en base a la diferencia cambiaria.

Los visitantes que cruzan la Cordillera, el Río de la Plata o el Puente Internacional Tancredo Neves a llenar el changuito, ir a Farmacity, comprar ropa o llenar el tanque de combustible, no generan divisas, ni dan empleo al sector. Eso no es Turismo.

Tampoco es sostenible que el negocio de una empresa se base en emitir facturas a dólar oficial para comprar servicios en el exterior, y después tener correr al dólar blue para tener rentabilidad.

Por otra parte, quedó claro que la política de subsidios no sirve. Pueden ser un parche, pero no son sostenibles.

Aún hay gente que defiende el PreViaje, pero si una iniciativa estatal que costó miles de millones benefició a menos de mil agencias, estábamos hablando de un fracaso.

Más de las dos terceras parte de la comercialización turística no fue parte del negocio de algunos.

Repensar las oportunidades de la crisis del turismo desde la Naturaleza

El mundo posa sus ojos en la sostenibilidad y en los desarrollos turísticos sostenibles y amigables con el medio ambiente. Tenemos lo que el mundo quiere: una naturaleza diversa y virgen.

En Argentina no hay conflictos bélicos ni religiosos, somos un destino seguro, que además posee múltiplos atractivos y productos turísticos.

Mar, sierras, desierto, montaña, nieve, cataratas, glaciares y más, se complementan con una rica y vasta historia, cultura y gastronomía. No hay que olvidarse del vino argentino, premiado y reconocido internacionalmente.

Todos saben que los mercados que protegen la naturaleza son los que más plata ganan. Nosotros fuimos testigos de este caso de éxito con el glaciar Perito Moreno, el cual no generaba dinero hasta que no le pusimos servicios y experiencias

La naturaleza produce economía. Turismo debe trabajar con Parques Nacionales de forma ordenada. Con presupuesto, personal idóneo y promoción, podemos basar la industria turística Argentina en la naturaleza. Debemos copiar el modelo de Estados Unidos.

Argentina tiene decenas de ´Calafate´. En Catamarca, San Juan, Córdoba o Corrientes, por citar algunos, se pueden potenciar los atractivos naturales desde destinos tradicionalmente consolidados.

La sinergia de Turismo y naturaleza podría generar más de US$ 3.000 millones al año, y su derrama sería federal.

El Inprotur no va más

El Inprotur fue una herramienta que supo funcionar e innovador, pero los tiempos son otros.

No sirve tener un millón de amigos en META, sin la reconversión es cuasi nula. Eso no es promoción. Hay recursos y hay personas capaces, pero hoy no tenemos un organismo eficiente.

Con una caja de US$ 60 millones, que duplica muchos presupuestos de otros países, los resultados son pésimos. El turismo receptivo internacional está en caída libre desde hace tiempo, hasta Brasil nos supera en llegada de visitantes extranjeros.

El Inprotur no tiene que dejar de existir porque son fondos del sector privado administrados por una entidad autárquica, así como se financia de préstamos internacionales y cuenta con aportes provinciales y municipales. Pero urge de una reconversión.

El desarrollo turístico comienza en el Inpronatur

Lo primero que tenemos que hacer es reestructurarlo y cambiarlo de órbita. Para ello, hay que modificar la ley de 25.997.

Entre las modificaciones, debemos constituir el Inpronatur, un ente de promoción general, nacional e internacional que tenga la obligación de desarrollar y ejecutar estrategias de inversión, y promoción nacional e internacional de la naturaleza y el turismo argentino.

Esas estrategias se establecen desde la Secretaría General Presidencia, y por ello el Inpronatur debe estar debajo de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional.

Esto implicará que se trabaje articuladamente con Cancillería. Necesitamos que todas las personas que están trabajando en las sedes internacionales, promocionen el país.

El Inpronatur, además, prevé que Parques Nacionales tenga el presupuesto que merece.

Somos conscientes que no tendremos 200 vuelos al país, por eso el desafío es multiplicar las estadías. Si una persona que viene por una semana, extiende su estadía por dos o tres días más, estamos multiplicando los arribos.

Para ello hay que repensar el armado de los paquetes turísticos, y dejar de creer que la comisión tiene que ser de dos dígitos.

De nada sirve que a un turista europeo después de 12 horas de vuelo deba esperar otras tres o cuatro horas en el aeropuerto para llevarlo a la Patagonia.

Si ese pasajero se queda en Buenos Aires, pasea y duerme en la Ciudad para volar al día siguiente, estábamos hablando de que ganamos todos. Hay que dejar de pensar un producto enlatado y armar propuestas superadoras.

Las ferias no sirven para nada

Las acciones que hacemos para promocionar Argentina están fuera de tiempo. Queremos seguir pensando que las ferias nos van a resolver los problemas, y allí no se definen las vacaciones. La inversión estatal no se justifica.

Seguimos teniendo funcionarios y dirigentes que están ocho meses discutiendo los metros cuadrados, folletos o peleándose por la comitiva que viajará a los eventos. Evidentemente algo estamos haciendo mal.

En el pasado, el monopolio de la información lo tenían los agentes de viaje, y las ferias eran el lugar para posicionarse, comunicar y vender.

Hoy tenemos todo en el celular. La digitalización cambió el negocio, y tanto las agencias de viajes como los destinos deben diferenciarse para vender.

Igualmente, si los empresarios quieren apostar FIT, Fitur o cual fuese, me parece correcto, porque allí interactúan con sus prestadores.

El problema es cuando se usa dinero del Estado o a una asociación para beneficio propio. Más allá del negocio de los stands, hoy te obligan a inscribirte a un Registro de agencias de viajes privado para poder participar de las ferias internacionales.

Son los mismos dirigentes que criticaron la desregulación del sector porque iba a promover las estafas, pero no dicen que la mayoría de las empresas que engañan a las personas eran agencias de viajes habilitadas, y alguna hasta socias de su Federación.

Los dirigentes gremiales no la ven

Reprocharle al Gobierno que asumió hace ocho meses que es responsable de la actualidad turística es un grave error.

Pensar que Turismo no está entre las prioridades de Javier Milei, también es equivocar el camino.

Es cierto que hay otras urgencias, pero si hoy la actividad no está en la discusión económica para reconstruir el país, es porque los dirigentes no hicieron lo suficiente.

Para ser honesto, Turismo nunca fue importante para casi ningún gobierno. No es un tema de ideologías, sino de practicidad.

Más allá que falta lobby como industria, el sector nunca pudo explicar en números su injerencia. Es cierto, que esto fue porque la informalidad es parte del negocio, y sin ella, muchos habrían quedado en el camino, debido a lo caro e ilógico que resulta tener un negocio 100% formal.

Hoy el negocio para por la digitalización, y debes estar en la formalidad para no fundirte. Es el momento de mostrar lo que vale la industria.

Venimos de dos temporadas malas -verano e invierno-, es cuestión de tiempo para que la situación se descarrile.

Los empresarios no resistirán otro verano negativo, y la culpa no será de Daniel Scioli o Yanina Martínez, sino del sector privado que no aporta propuestas ni exige resultados.

Estamos en una situación de crisis turística, pero también de oportunidad.

Argentina está posicionada en el mundo, los principales líderes nos miran, la inflación se desacelera, contamos con prestadores profesionales y una oferta destacada, pero depende de los empresarios protagonizar un verdadero cambio."*

*El empresario Hernán De la Colina fue asesor durante la gestión de Gustavo Santos y Enrique Meyer, y uno de los autores intelectuales de la derogación de la ley 18.829, que puso fin al Registro de Agencias de Viajes para simplificar los trámites burocráticos.

Diagnóstico turístico nacional

  • Casi el 80% de la capacidad turística está ociosa.
  • Posee alta estacionalidad.
  • Oferta digital incompleta.
  • Alta informalidad.
  • Mayoría de emprendedor multifacético, mono empleado.
  • Oferta mayoritaria de experiencias solo al turista que llega al destino.
  • Falta de información de experiencias disponibles en los mercados emisores.
  • La demanda toma conocimiento de otras actividades por las que hubiera optado si las hubiera conocido con anticipación.
  • Falta de oferta comprable: diferencia entre oferta promocionada vs oferta comprable.
  • Concentración de fondos públicos en programas sin resultados esperados y mensurables.
  • Turismo: generador del primer empleo; primer empleador de mujeres y jóvenes; y generador de empleo a personas con baja capacitación.

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