A partir del informe de julio, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) incorporó un anexo específico denominado “Tarjetas y viajes”, que desagrega los ingresos y egresos brutos en dólares por turismo y pasajes, netos de consumos digitales y compras de bienes despachados por correo.
El Banco Central cambia la forma de medir el turismo: ahora salen menos dólares y entran más
El Banco Central reconoce que parte del gasto en dólares correspondía a comercio electrónico. La medida no cambia la realidad del sector.
Rompen con el “mito” de que turismo fuga dólares, pero el sinceramiento es un mero cambio estadístico.
El cambio redujo en al menos un 20% los gastos atribuidos al sector, al evidenciar que buena parte de esos dólares correspondían a consumos no turísticos, como compras de ropa en el exterior o servicios digitales tales como Spotify o Netflix.
De esta forma, se corrigió una distorsión que llevaba años inflando artificialmente el déficit turístico.
La herencia del déficit y la “mala fama” del turismo
La confusión sobre el rol del turismo en la fuga de divisas no es nueva. Data de los tiempos en que Guillermo Moreno, como secretario de Comercio Interior, administraba el acceso a las divisas y le reclama a las empresas que para sacar debían traer. En ese entonces, el sector de las agencias de viajes se embarcó en una serie de relatos para mitigar el daño.
“Para que haya conectividad aérea hay que dejar que salgan argentinos” y que “el BCRA mide mal el impacto económico del turismo”, eran los estribillos que repetían a tontas y a locas, pero el concepto de balanza turística creció como yuyo malo.
Según datos oficiales, entre 2011 y 2021 Argentina acumuló un rojo de US$ 23.500 millones en su balanza turística. Solo en la pandemia de 2020 esa brecha se redujo a US$ 1.700 millones; pero desde 2021 volvió a expandirse: US$ 1.810 millones en 2022, US$ 4.165 millones en 2023 y US$ 5.688 millones en 2024.
En lo que va de 2025, los egresos de divisas por turismo sumaron US$ 6.100 millones, mientras que los ingresos alcanzaron apenas a US$ 1.518 millones, según datos del propio BCRA en su ahora vieja metodología.
Ahora 15 años después y gracias a la gestión de Daniel Scioli, secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, y en el marco de otro régimen económico, el BCRA redujo en un 20% los gastos por turismo en el exterior y aumentó cerca de un 100% los gastos de extranjeros en Argentina.
Sin embargo, el sinceramiento estadístico solo sirve para proteger al emisivo de futuras restricciones cambiarias, pero no se traduce en políticas concretas a favor del turismo receptivo ni el nacional.
Por ello, más allá de la novedad metodológica, en la práctica nada cambiaría para la industria.
Un festejo con sabor a poco
En el sector privado hubo gestos de celebración. Tras décadas de reclamo, tanto CAT como Faevyt, y hasta el CFT destacaron la corrección como un logro histórico. Elogiaron públicamente la gestión de Scioli por haber acercado posiciones con el BCRA.
No obstante, lo cierto es que ese festejo tiene gusto a poco. Los cambios no implican la reducción de impuestos como el PAIS, ni un refuerzo de la promoción internacional ni un esquema de incentivos para mejorar la competitividad.
La dinámica del turismo emisivo, interno y receptivo seguirá exactamente igual: atada al tipo de cambio real y a la situación macroeconómica.
El turismo emisivo gana un argumento político
Aunque nada cambie en la práctica actual, el turismo emisivo sí puede considerarse un beneficiado indirecto.
El nuevo marco estadístico sienta un precedente: el sector deja de ser señalado como el gran responsable de la fuga de dólares.
De cara al futuro, este antecedente podría servir en un escenario de regreso de políticas proteccionistas o eventuales restricciones de acceso al dólar. ( Boom del turismo emisivo: los viajes de argentinos al exterior duplicaron las llegadas de turistas extranjeros)
Faevyt, ahora, cuenta con un argumento sólido para sostener que limitar los viajes no resuelve el problema externo, porque buena parte de la salida de divisas corresponde a otros consumos.
El segmento corporativo, por su parte, todavía lucha contra el impuesto PAIS: las empresas suelen recurrir al MEP o al dólar tarjeta para financiar viajes de negocios, lo que reduce su exposición a eventuales cambios regulatorios.
Receptivo: sin nuevas políticas de impulso
Otra de las intenciones del BCRA fue sincerar también los ingresos generados por turistas extranjeros que aparecían diluidos en las estadísticas tradicionales. El nuevo anexo permite ver con mayor precisión cuánto aporta el receptivo a la entrada de divisas.
“El gasto diario de los turistas chilenos no es representativo del consumo actual”, reprochó Scioli en varias ocasiones, para agregar: “La cifra oficial ubicaba ese promedio en apenas US$ 54 diarios, lo cual no refleja lo que realmente gastan los visitantes, ya que el gasto diario supera los US$ 100”.
Pero esa foto más clara no se traducirá en medidas de promoción ni en recursos adicionales para atraer visitantes. (A pedir de Scioli, el Banco Central sinceró la balanza de turismo: el déficit real es 20% menor al estimado)
En otras palabras, y pese a los esfuerzos del Inprotur, la competitividad del turismo receptivo argentino sigue dependiendo principalmente del tipo de cambio real y de factores estructurales como la conectividad aérea y la calidad de los servicios. En ese sentido, el cambio metodológico tiene más valor simbólico que práctico.
Banco Central: cuando hubo superávit, tampoco cambió nada
La historia muestra que incluso cuando la balanza turística fue positiva, la dinámica sectorial no se modificó. En 2008, Argentina registró un superávit de US$ 2.025 millones, gracias al ingreso de divisas por turistas extranjeros.
Sin embargo, y pese a que el exministro Enrique Meyer salió a colgarse la medalla, lo cierto es que aquello no fue el resultado de una política pública específica, sino de un contexto macroeconómico favorable.
El tipo de cambio y la recuperación del consumo interno impulsaban la demanda de destinos nacionales; mientras viajar al exterior era un lujo inalcanzable para muchos argentinos. Ese antecedente confirma que los números de la balanza son más reflejo de la coyuntura que de la estrategia turística.
Industria textil y e-commerce agradecidas
La depuración metodológica del BCRA dejó al descubierto que la fuga de divisas atribuida al turismo tenía otros responsables. En particular, la industria textil y el comercio electrónico internacional.
Según la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), en lo que va de 2025 los argentinos gastaron US$ 2.200 millones en ropa durante viajes al exterior. Estas compras, junto con los consumos en plataformas como Shein y Temu, antes figuraban como “turismo” en las estadísticas.
CIAI aprovecha este dato para alertar al Gobierno sobre el impacto de la apertura comercial: los dólares que se destinan a importar ropa representan, según la entidad, miles de puestos de trabajo menos en la industria local.
El sinceramiento del BCRA, en ese sentido, le da un argumento adicional a un sector que busca limitar la competencia externa.
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