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BUENOS AIRES. La historia y la vida brotan en Martín García

Navegando con Sturla Viajes se llega a la isla Martín García (provincia de Buenos Aires), donde la historia y los mitos entretejieron relatos asombrosos.

“¿Así que aquí cagaba Alvear?”, fue lo primero que pensé cuando vi ese hermoso inodoro de porcelana inglesa, finamente decorado con una florida enredadera multicolor. Luego, Marcela, la impecable guía de Sturla Viajes, fue completando los casilleros vacíos de la historia: en 1932, el por entonces presidente Agustín P. Justo acusó a integrantes de la Unión Cívica Radical de estar pergeñando un plan subversivo, por lo que hizo detener al expresidente Marcelo T. de Alvear para luego confinarlo en la isla Martín García, provincia de Buenos Aires. Las historias que discurren de boca en boca pueden sufrir alteraciones; no obstante, me gusta imaginar la postal que delinea Marcela: “Efectivamente, como símbolo de mantener cierta dignidad, dicen que Alvear se hizo traer su propio inodoro para instalarlo aquí, mientras permaneciera en la isla”. La leyenda se completa con otro dato tan romántico como curioso: cuentan que Regina Pacini –esposa de Alvear y cantante lírica que abandonó su exitosa carrera en Europa para casarse con el expresidente– debió realizar unos 50 viajes a Martín García para visitar a su esposo, y fue durante uno de ellos cuando le acercó, con especial orgullo, el bello inodoro.

Pero esto constituye sólo una pequeña muestra de los infinitos mundos que se esconden detrás del velo denominado “Isla Martín García”. Vayamos entonces a lo anterior y a lo siguiente de este punto de partida.

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Una bella panorámica de la isla.
Una bella panorámica de la isla.

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El colorido inodoro de Alvear
El colorido inodoro de Alvear

ANTES DEL INODORO.

Lo anterior a estar frente al inodoro de Alvear fue un placentero itinerario a bordo de una de las embarcaciones de Sturla Viajes, empresa que ofrece un completo producto turístico para visitar la isla, con salidas todos los domingos desde Puerto Madero.

El cielo intentaba con pujanza infiltrar su añil en la robusta pared marrón, el Río de la Plata. En esa puja andaba la naturaleza cuando nos asomamos en familia –mi esposa y mis dos hijos, Simón y Manuel– a la cubierta exterior del pequeño barco. En un momento tan eterno y tan lábil, ellos –los niños más felices del mundo– disfrutaban a más no poder de la salpicadura de agua proveniente de los potentes motores, de los panzazos del barco sobre el río. Tras dos horas de divertida navegación, arribamos en familia a este terruño donde la historia, la naturaleza y los mitos fueron entretejiendo relatos asombrosos.

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Un viaje divertidísimo, con salpicadura incluida.
Un viaje divertidísimo, con salpicadura incluida.

Ingresar a la isla Martín García en ese momento resultó, para quien escribe, un salto hacia un pozo en el fondo del cual se rebelaba lo salvaje. Hay construcciones erigidas por hombres, es verdad; hay cañones inservibles, de otras épocas, es verdad; hay ruinas de una cárcel; hay caminos y casas habitadas, también es verdad. Pero este paso civilizatorio queda inmediatamente obstaculizado por un verdor que todo lo invade; y un incisivo silencio, propio de los hábitats naturales casi vírgenes.

Así que ahí nomás nos fuimos metiendo en las venas abiertas de la isla. Primero, a través de su Museo Histórico, que no sólo cobija el inodoro de Alvear, sino también una imagen de María Auxiliadora que acompañó al expresidente Hipólito Yrigoyen durante su confinamiento, también en la isla; restos de naufragios y vestigios indígenas; así como antiguas armas de guerra; y fotos del cacique puelche Pincén –quien también pasó unos años detenido en Martín García– donados por la familia Longobardi.

DESPUÉS.

Lo siguiente a nuestro punto de partida del relato –el inodoro de Alvear– fue salir del pequeño museo, donde sorprende el Teatro General Urquiza por su mezcla de extremo colorido con incuria: inaugurado en 1910 como Salón Urquiza, se realizaban allí bailes y reuniones sociales hasta 1919, cuando se lo adaptó como sala para proyectar películas. Funcionó hasta 2013.

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El Teatro General Urquiza, mezcla de extremo colorido con incuria.
El Teatro General Urquiza, mezcla de extremo colorido con incuria.

Iniciamos nuevamente una pequeña caminata, siempre acompañados de nuestra inefable guía Marcela, conocedora de la historia y los vericuetos de la isla, y quien a las claras reflejaba un gran amor por su profesión. La calle central por la que transitábamos aparecía flanqueada por árboles inmensos, generosos a la hora de dejar traspasar el sol por sus copas. El sonido seco del pedregullo bajo nuestros pies preanunciaba la llegada al sector denominado “Barrio Chino”: se trata de casas abandonadas a lo largo de dos cuadras, sólidas a nivel estructural pero cubiertas de vegetación, y en otros tiempos pobladas de marineros, soldados y presidiarios, cuando la isla era centro del contrabando y la mala vida. “Según cuenta la leyenda –apunta Marcela– su nombre proviene de la palabra utilizada en aquella época para denominar a las mujeres que ejercían la prostitución: las ´chinas´”.

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El patio trasero de una de las sólidas casas del Barrio Chino.
El patio trasero de una de las sólidas casas del Barrio Chino.

Con la idea de jugar a develar fantasmas, en familia entrábamos y salíamos de las casas, descubriendo sus ambientes, arcadas desvencijadas, pisos alfombrados de hojas secas, sus patios traseros inmersos en la selva; imaginábamos qué personaje vil o heroico podría haber habitado cada una de esas moradas.

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Chusmeamos al interior de otra de las casonas del Barrio Chino.
Chusmeamos al interior de otra de las casonas del Barrio Chino.

Luego de la visita guiada, llegó la hora del almuerzo en el restaurante Solís, atendido por su dueño José, y donde los visitantes pueden disfrutar de una parrillada completa con bebida y postre.

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El restaurante Solís, un auténtico descanso reparador.
El restaurante Solís, un auténtico descanso reparador.

ENTRE FANTASMAS.

Tras este descanso reparador, la familia continuó el recorrido por el resto de los atractivos de la isla.

Un sitio que sorprende tanto por presentarse como un paréntesis en el tiempo como por su halo de misterio es el cementerio de la isla. Se trata del tercer camposanto de este pequeño terruño, inaugurado en julio de 1899 tras la inundación y devastación de los dos anteriores, y su característica principal es que la mayoría de sus tumbas presenta cruces con brazos inclinados, lo cual, según conjeturas, denotan su origen masónico.

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En el tenebroso cementerio homenajearon a un
En el tenebroso cementerio homenajearon a un "ahogado desconocido".

Otro de los sitios imperdibles es el Antiguo Penal Militar, que funcionó hasta 1957, del que actualmente se mantienen en pie algunas de sus paredes y rejas. Esta exdependencia comenzó a funcionar en 1765 como prisión naval adonde eran enviados los desertores del Batallón Buenos Aires. Cuando se incrementó la población carcelaria, los prisioneros fueron enviados a trabajar en las construcciones locales y en la cantera de la isla, cuyas piedras tenían como destino final el empedrado de las calles de la Ciudad de Buenos Aires.

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El pasado de la isla nos llama desde el interior del antiguo penal.
El pasado de la isla nos llama desde el interior del antiguo penal.

QUÉ PODRÍA SER MEJOR.

Durante la caminata, un aroma a pan recién horneado entremezclado con leña ardiente hizo que la familia entera se desviara del camino, para descubrir allí nomás la antigua panadería de la isla.

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La antigua panadería de la isla.
La antigua panadería de la isla.

Una placa de mármol narra brevemente la historia de esta vieja casona: “Don Antonio Luis Griffa llegó siendo muy joven a este hermoso paraíso, y aquí, junto a Delicia A. Navone y sus hijos Luis, Oscar, Alfredo, Carlos, Ofelia, Ernesto, Arturo, Omar e Irma –todos nacidos en este lugar–, conformaron la familia Griffa - Navone. Dedicó toda su vida al servicio de la isla, produciendo el pan para todos sus habitantes desde 1916 hasta 1961”.

Un antiguo galpón con grandes hornos al fondo; un mostrador y una amplia mesa de madera atosigada de los tradicionales panes dulces de la isla; paredes de ladrillos tiznados con azulejos hasta una altura media; piso de cemento alisado, en algunos tramos empolvado de harina; la sonrisa del panadero a cargo: pienso que algún pintor debería inmediatamente retratar esta escena para la posteridad.

En un duelo de placeres, mi compañera de vida me disparó un mate recién cebado, y yo le respondí con una porción de pan dulce. Qué podría ser mejor.

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Imposible resistirse a semejante tentación.
Imposible resistirse a semejante tentación.

PERÓN, PERÓN…

“Aquí estuvo preso desde el 13 al 17 de octubre de 1945 el entonces coronel Juan Domingo Perón”. Colocado en la pared frontal de la Escuela Primaria N° 39 Juan Díaz de Solís, este cartel de bronce fue el último que cautivó nuestra atención durante la visita a la isla. En los años previos a 1945, y bajo la presidencia de Edelmiro Farrell, Perón había intentado impulsar un proyecto político de conciliación entre los diferentes sectores de la sociedad, principalmente entre trabajadores y empresarios.

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Las patas en la fuente, 1945.
Las patas en la fuente, 1945.

“El conflicto comenzó con un hecho que sucede en enero de 1944, cuando Perón convocó a la Bolsa de Comercio a los principales dirigentes del país y les propuso una alianza de clases, un pacto social. Les dijo que de ninguna manera él estaba a favor del comunismo sino a favor de un capitalismo social, y que lo que más les convenía era tener vínculos con las clases trabajadoras porque eran los principales consumidores, que con un buen nivel salarial y leyes laborales dignas llevarían a la paz social. La dirigencia no lo entendió así, y comienza una campaña muy fuerte contra Perón que terminaría con el encarcelamiento de Perón el 9 de octubre de 1945”, narró el historiador Felipe Pigna a www.perfil.com.

Entrecerré los ojos y vi al gran hombre –fuerte por antonomasia– de la política argentina. Lo vi caminar preocupado, con las manos atrás, dentro de uno de los salones de la ahora escuela, para luego sentarse en un escritorio y escribir estas líneas a su amada Eva: “…tan pronto salga de aquí, nos casaremos y nos iremos a vivir en paz a cualquier sitio (…). Díle, por favor, a Mercante que hable con Farrell para saber si autorizan que nos vayamos a Chubut (…). Nos casaremos al día siguiente y si no, ya lo arreglaré todo de una manera u otra”. Líneas muy alejadas de la realidad, teniendo en cuenta el devenir histórico y el rol fundamental de Perón en las décadas siguientes.

Sentado sobre el césped, de este lado del río, me llegaban vítores al coronel; discusiones entre trabajadores preguntándose “¿Y ahora qué hacemos?”, y respondiéndose inmediatamente. Podía entrever la llegada de cientos de miles de obreros a la Plaza de Mayo, las “patas en la fuente” para amainar tanto calor y densidad histórica. Me llegaban vientos de lucha, los que más me simpatizan. Me llegaba la más maravillosa música.

En este tramo de la lectura, resulta complementariamente imprescindible escuchar las palabras de Juan Domingo Perón.

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“Papá, ¿jugamos?”, me despertó Manuel, trepado a uno de los cañones cercanos al muelle de la isla. “¡Dale!”, contesté, y nos metimos en una historia de invasores españoles y patriotas mientras aguardábamos el embarque.

Extrañaremos a la Martín García –su naturaleza que todo lo invade, su espesura histórica, su belleza, su gente–; razón por la cual nos prometimos volver. Porque siempre se vuelve a los lugares que alientan transformaciones positivas.

TIPS PARA EL VIAJERO

Recorrido: desde la terminal de Sturla Viajes en Puerto Madero hasta la isla Martín García, ida y vuelta en el día.

Duración de viaje por tramo: 2 horas y 10 minutos de navegación.

Presentación: 8.30 en Cecilia Grierson 400, terminal de Sturla Viajes en Dársena Norte, con salida a las 9 (ida); y presentación a las 16 en el punto de encuentro en la Isla y salida a las 16.30 (regreso)

Itinerario en la Isla

  • 11.15: llegada, visita guiada por los puntos turísticos más relevantes (Cementerio, Barrio Chino, Museo, Usina, crematorio y la cárcel, entre otros).
  • 13: almuerzo en Restaurante Solís (parrillada con ensalada, postre y una bebida sin alcohol).
  • 14.30: tiempo libre para recorrer el resto de los lugares turísticos de la isla.
  • 16: punto de encuentro y preembarque.
  • 16.30: regreso.
  • 18.45: llegada a Puerto Madero.

Incluye guiado bilingüe. No se suspende por lluvias. El servicio a bordo incluye café y alfajor. Es obligatorio tener 72 horas antes de la fecha del embarque la lista de pasajeros con nombre y apellido completo, DNI, fecha de nacimiento y nacionalidad de cada pasajero.

[email protected]/www.sturlaviajes.tur.ar

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