“Hay muchas expectativas para que en agosto o septiembre el plan de vacunación tenga efecto y se reactive la actividad en todo el país hasta llegar casi a la normalidad”, la frase publicada en El Cronista corresponde al ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens. La “casi normalidad”, implica inevitablemente la vuelta de los vuelos de las aerolíneas internacionales, del turismo receptivo y del emisivo. Pero hablamos de que debiera suceder en solo 40 días, en un contexto donde al menos el mes de julio está descartado porque la programación aerocomercial ya está aprobada. Esto supone que, en un solo mes, agosto, se debería reponer la oferta de las aerolíneas internacionales.
Aerolíneas: entre las promesas de reactivación y la realidad
¿La vuelta de las aerolíneas?
Es imposible reducir a un lapso de tiempo común a todas las aerolíneas, la restauración. Los tamaños de empresa, complejidades, distancias respecto de nuestro país y relevancia misma del mercado de vuelos hacia Buenos Aires, convierten en imposible hallar una respuesta común. Es obvio que los vuelos hacia la Argentina tienen una importancia diferente para Qatar Airways, Azul Linhas Aéreas y American Airlines. Eso no impide entender que incluir de nuevo un vuelo en la programación de cualquier compañía aérea supone preveer la utilización de las aeronaves necesarias, contar con tripulaciones disponibles y sobre todo poner a disposición de la infraestructura comercial los vuelos disponibles la venta.
El boom que compite
Hay que tomar nota en, ese sentido, el problema que se comienza a producir en algunos mercados, puntualmente Estados Unidos y Europa. La reactivación de los vuelos de corta y media distancia es tan vigorosa que se está generando falta de personal, despedido al comienzo de la crisis del Covid-19, y de aeronaves, muchas de ellas desprogramadas y preservadas en zonas secas y desérticas en todo el mundo. Basta como ejemplos recordar que en estos días Ryanair dio marcha atrás con su intención de despedir empleados en España, o que Delta Air Lines, planea contratar unos 1.000 pilotos en las próximas semanas. O analizar que Lufthansa está rehabilitando alguno de sus aviones más grandes como los Boeing B-747/400 o Airbus A340/600, que habían sido desprogramados.
El personal se puede reincorporar, como se va, y las aeronaves se pueden rehabilitar luego de pasar por determinadas horas de mantenimiento: pero ambos procesos implican tiempo.
Y sobre esto gravita la incógnita del comportamiento de la demanda: ¿la demanda justificará la reanudación de las operaciones? En ese contexto, Buenos Aires compite con otros mercados, ya más recuperados y con una rentabilidad “más garantizada” (por ejemplo, las rutas del Atlántico Norte entre Europa y Estados Unidos). Esto pone en entredicho el interés real por reanudar los vuelos hacia la Argentina.
Es muy probable que de establecerse con cierta estabilidad la apertura de fronteras y se retome la normalidad en las programaciones, la reanudación sea más bien paulatina, al menos en lo referido al turismo internacional hacia y desde nuestro país. Por eso es más realista pensar en un verano turístico, para noviembre, diciembre y enero, que en una reanudación vigorosa y “casi normal” desde septiembre. Pero claro, las elecciones legislativas son en noviembre y como suele suceder, se escuchará casi cualquier afirmación: todo sirve como argumento electoral.
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