Según datos de ONU Turismo, Tuvalu es el país menos visitado del mundo, nómina que -desde ya- excluye a esas pocas naciones que tienen sus fronteras cerradas por motivos dictatoriales, como Corea del Norte, o que están azotados por conflictos bélicos (caso Ucrania) o políticos (Haití). Y esa no es la única singularidad de Tuvulu: si no se pone freno al calentamiento global, en pocas décadas más su territorio quedará devorado por el mar.
Tuvalu está sobre el océano Pacífico, en la Polinesia, a unos 4.000 km. de Hawaii y de Australia, consta de cinco atolones que abarcan 26 km² y es el país independiente con menos habitantes del planeta (tan sólo 11.800).
Sus playas son idílicas, pero llegar a ellas no es fácil: a la capital, Funafuti, sólo llega Fiji Airways con dos vuelos semanales originados en Suva, capital de Fiji.
Tesoro natural en la Polinesia
Los privilegiados turistas que llegan a Tuvalu (menos de 4.000 al año) se encuentran con un verdadero edén tropical donde el tiempo pareciera correr más lentamente.
Y a diferencia de otros archipiélagos, como Seychelles o Maldivas, aquí no hay hoteles de lujo, centros comerciales ni espectáculos “for export” para visitantes.
Tampoco se ven restaurantes gourmet, pero sí modestos espacios donde degustar deliciosos mariscos y peces frescos.
El marco ideal para viajeros poco pretenciosos, pero con ganas de descubrir de un destino auténtico y poblado por gente muy hospitalaria.
El mayor atractivo turístico de Tuvalu es el Área de Conservación Funafuti, conformada por 33 km² de arrecifes, lagunas, canales y el océano. Se creó en 1999 para preservar la biodiversidad del destino y se pueden alquilar botes para admirar este fenómeno y bucear en sus aguas.
Tuvalu, ¿en camino a un país virtual?
A pesar de sus atractivos naturales, lo cierto es que Tuvalu está condenado a desaparecer por el propio ecosistema, atacado por los desequilibrios medioambientales.
En 2021, en un mensaje de video dirigido a los participantes de COP26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático), Simon Kofe, ministro de Relaciones Exteriores de Tuvalu, se grabó –vestido de traje y corbata– sumergido con el agua hasta la cintura para advertir sobre el peligro que representa la crecida en el nivel de los océanos.
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“El cambio climático y el aumento del nivel del mar son riesgos mortales y existenciales para Tuvalu y las naciones-atolones. Nos estamos hundiendo”, advirtió Kofe.
Al año siguiente, en el mismo foro y ante las pocas acciones concretas tomadas en la materia, el funcionario anunció que no quedará otra opción que recrear al país virtualmente. “Pieza por pieza preservaremos a Tuvalu”, dijo.
El grado de pertenencia de sus habitantes es tal que acordaron seguir existiendo en un espacio digital. Así, Tuvalu será el primer país virtual en el mundo.
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