Si hay algo que no ha cambiado en lo que va del año son los fríos números oficiales sobre los flujos de ingresos de extranjeros al país y la salida de nacionales al exterior. Con los datos difundidos la semana pasada por el Indec, el receptivo acumuló en julio 16 meses consecutivos de caídas interanuales, mientras que en paralelo el emisivo no paró de crecer de a dos dígitos en el mismo período.
El receptivo no levanta
Mientras el sector se impacienta por la demora en el anuncio de medidas, las llegadas de turistas internacionales al país acumulan 16 meses consecutivos de caídas interanuales. El acumulado desde enero es el peor registro de los últimos siete años.
GOLPEADO SOBRE GOLPEADO.
Si el corte de análisis se establece desde el comienzo del año, los ingresos de turistas al país por Ezeiza y Aeroparque cayeron un 6,3% de enero a julio, perdiéndose 86.500 visitantes respecto al mismo período de 2015 (que ya había tenido un leve declive frente a 2014). A favor, puede mencionarse que julio fue el menos malo de la serie.
El registro acumulado es, además, el peor de los últimos siete años, sólo superado por la opacidad de un 2009 donde confluyeron la prolongación de los efectos del fin de la burbuja inmobiliaria y la aparición de la pandemia de Gripe H1N1.
De todos modos, la reducción interanual no está afectando a todos los mercados por igual. De hecho, los arribos desde Estados Unidos y Canadá crecieron en lo que va del año cerca de un 10% y los de larga distancia (categoría Resto del Mundo, que incluye a China y Oceanía, por ejemplo) pegaron un salto de casi el 20%.
Lo que explica el opaco momento del receptivo son los marcados descensos en el flujo provenientes de la región, que habitualmente generaba 6 de cada 10 arribos. Por ejemplo, la merma de brasileños en el primer semestre (210.600 en total) orilló el 30%. Con lo cual, en el primer semestre llegaron por Ezeiza y Aeroparque 80 mil turistas del país vecino menos que en 2015. En 2014 en ese mismo período habían arribado 325 mil, un 35% más que en la actualidad.
Tampoco es menor el repliegue del mercado chileno que cayó en torno a un 10% en lo que va del año, una cifra similar al descenso en el arribo de uruguayos y de los países del resto de América.
Si la mirada se posa sólo sobre julio, es evidente una desaceleración de declive, ya que Brasil bajó un 4,3%, el resto de América un -3,7% y Europa un -2,5%. No fue lo suficiente para cambiar el signo negativo del mes, pero fue el menos malo del año.
EL EMISIVO EN LA SUYA.
La contracara del receptivo es el emisivo, que lleva un repunte del 22% en las salidas de argentinos al exterior, contra un 2015 en el cual ya había equilibrado las bajas de 2014.
Además, julio fue el 17° mes consecutivo en que el emisivo tuvo crecimientos interanuales de a dos dígitos desde que se inició la recuperación del pésimo 2014.
Así las cosas, como balance de 2016, el saldo entre receptivo y emisivo fue desfavorable en 700 mil arribos.
Esperando el anuncio más anunciado
Desde marzo el ministro de Turismo de la Nación, Gustavo Santos, viene anunciando la inminencia de la puesta en marcha de la devolución del IVA a los turistas extranjeros. La semana pasada no fue la excepción y en el lanzamiento de la FIT dio por hecho la próxima reglamentación de la iniciativa que data de 2001.
De hecho, en torno a la Cámara Argentina de Turismo dicen que la resolución ya está redactada y que sólo están buscando el momento propicio para hacerlo pública con la pompa que se merece.
Mientras, los operadores que soportan los lánguidos números del receptivo ruegan que se concrete en las próximas semanas, ya que de otra manera no podrán incluirlo en sus tarifarios.
El país de las distorsiones
Mientras el turismo receptivo no para de descender, en lo que va de 2016 se consolida el aumento de la liquidación de divisas oficiales procedente de los turistas extranjeros que visitan Argentina. Este ítem había reaccionado inmediatamente a la unificación cambiaria y por primera vez desde 2013 dejó de caer en el primer semestre. De hecho, frente a 2015 el ingreso de dólares a las arcas oficiales por receptivo aumentó un 33% (pero está aún muy lejos de los mejores años).
Una variación que se explica fundamentalmente porque la unificación cambiaria hizo que los visitantes ya no recurran al mercado informal para sacarle jugo a la brecha entre el oficial y el blue (que llegó a tocar el 70% el año pasado). Tan fuerte fue la distorsión del cepo cambiario sobre el turismo receptivo que mientras que en 2014 se alcanzaba el récord de ingresos de extranjeros, las divisas oficiales generadas tocaban su punto más bajo en los últimos años.
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