Europa: de cero visitantes, durante lo peor de la pandemia, al exceso de turismo. Así son las cosas. Los “viajes de revancha” produjeron un efecto positivo en muchas economías, aunque ahora algunos resultados están bajo la lupa.
Los residentes de varias ciudades del Viejo Continente están hartos de la falta de viviendas permanentes, que van a parar a los alquileres vacacionales; sumado a la contaminación sonora, la basura, la gente borracha deambulando por las calles y más.
La preocupación llegó incluso a la Unión Europea, que ha comenzado el debate sobre cómo manejar los desbordamientos turísticos.
Mientras tanto, Ámsterdam ha decidido prohibir el ingreso de cruceros a su puerto principal, Roma impuso medidas para restringir el acceso a la Fontana de Trevi y a la Plaza de España; Grecia ha implementado un sistema de franjas horarias para visitar la Acrópolis y Portugal sanciona con multas la música a volumen alto en las playas. Y los ejemplos siguen.
Los museos europeos más renombrados llegan a estar tan saturados que para disfrutar de las exhibiciones más populares se exigen reservas con meses de antelación, mientras que este verano en muchas playas no cabía un alfiler.
“El exceso de turismo ya es tan agudo que los destinos populares ahora están haciendo lo impensable, tratando activamente de disuadir o bloquear las llegadas”, llegó a expresar el medio inglés The Guardian.
En este contexto, España no es la excepción. Mallorca, por caso, recibiendo más de mil vuelos diarios, está que arde. “¡Mallorca toca fondo!”, sostuvo un diario local, indignado por los turistas semi desnudos que deambulan por sus calles, generalmente excedidos de alcohol.
En Europa, San Sebastián da un paso más allá
En materia de medidas “antiturismo”, la ciudad española de San Sebastián está yendo más allá: en marzo pasado, su alcalde anunció la decisión de no conceder nuevas licencias para abrir hoteles o viviendas con fines turísticos. Y ahora, el Ayuntamiento apunta a modificar el plan urbanístico de la urbe, declarando al centro como “zona saturada” para poner freno al “progresivo y relevante incremento” que en los últimos tiempos viene experimentando el turismo.
Para los ediles, el crecimiento en la cantidad de visitantes está condicionando la calidad de vida de los residentes, afectando el desarrollo del negocio gastronómico, la agenda cultural y la propia economía.
En un documento, el Ayuntamiento expresa la intención de “impulsar un modelo de turismo sostenible, compatible con un modelo de ciudad igualmente sostenible”.
Paradojas de la vida: destinos que hasta hace poco no sabían qué hacer para atraer visitantes, ahora no saben cómo detenerlos.
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