El 17 de diciembre de 2014, los gobiernos de Estados Unidos y de Cuba decidieron reestablecer sus relaciones diplomáticas tras 55 años de ruptura. "El aislamiento no ha funcionado, es hora de un nuevo enfoque", dijo por entonces el presidente Obama.
Como consecuencia, el 31 de agosto de 2016 aterrizó en la localidad cubana de Santa Clara el primer vuelo regular entre ambas naciones desde 1961. Se trató de una aeronave de JetBlue proveniente de Ft. Lauderdale, con 150 pasajeros a bordo.
En virtud del acuerdo alcanzado, cada país tiene la oportunidad de operar hasta diez vuelos diarios entre diez ciudades de la Unión (Atlanta, Miami, Ft. Lauderdale, Orlando, Houston y Nueva York, entre otras) y los nueve aeropuertos internacionales de Cuba. Ocho aerolíneas consiguieron los permisos: Alaska, American, Delta, Frontier, JetBlue, Southwest, Spirit y United.
Aunque Washington mantuvo la prohibición a los viajes con fines turísticos, se abrieron 12 categorías, como intercambio cultural o educativo. Richard Feinber, experto en temas cubanos y anterior asistente especial del presidente Clinton en temas de seguridad, calculó que se podría llegar a los dos millones de arribos anuales. Pero la realidad fue otra.
La ocupación de los vuelos no fue la esperada y ya en diciembre American estaba anunciando la eliminación de tres de sus 13 servicios diarios a partir del 16 de febrero y el empleo de aeronaves más pequeñas en algunas rutas. En marzo, Silver Airways (un nuevo jugador que obtuvo los permisos de vuelo para operar en nueve ciudades cubanas) informó que el 22 de abril suspendería todas las rutas, en tanto que Frontier optó por cancelar su enlace entre Miami y La Habana a partir del 4 de junio. "Las condiciones del mercado no se materializaron y hay un exceso de capacidad en el mercado Florida-Cuba", expresó la aerolínea en un comunicado.
Estas recapitulaciones tuvieron reciente eco en Southwest, que decidió cancelar en septiembre a Varadero y Santa Clara de su programación. El anuncio llegó poco después que el presidente Trump dispusiera nuevas restricciones de viajes a la isla. Los estadounidenses ya no pueden realizar viajes individuales en la llamada categoría de "pueblo a pueblo", y tienen prohibido hacer negocios con entidades que sean propiedad o estén controladas por los militares cubanos.
"La decisión de descontinuar estos vuelos no está directamente vinculado con los recientes cambios de política, sino que sigue a muchos meses de revisar nuestro desempeño en los mercados de Varadero y Santa Clara", dijo Brad Hawkins, vocero de la compañía. "Desafortunadamente, agregó, no vemos una forma sostenible de servir estos mercados debido a las restricciones que existen para que los norteamericanos visiten Cuba libremente".
Negocios son negocios, en definitiva.
Vuelos a Cuba: de la euforia a los lamentos
A menos de un año del esperado reinicio de las operaciones aéreas entre la Unión y Cuba, todas las aerolíneas participantes se vieron obligadas a suspender vuelos y/o reducir capacidad. Faltan pasajeros y sobran frecuencias.
Baha Mar: la larga espera llegó a su fin
Se produjo, finalmente, la esperada apertura del resort Baha Mar de Bahamas, uno de los complejos turísticos más grandes de América del Norte. Un proyecto de U$S 4,2 mil millones que demoró 10 años en hacerse realidad. El consorcio BMD Holdings de Nassau había anunciado con bombos y platillos el inicio de su construcción en 2005, pero los trabajos no comenzaron hasta 2011, impulsados mayormente por la llegada de capitales chinos. La inauguración estaba prevista para mayo de 2015, pero poco antes, con el 90% de la obra concluida, Baha Mar se declaró en bancarrota. El renacimiento tuvo lugar en noviembre pasado cuando el conglomerado Chow Tai Fook Enterprises de Hong Kong adquirió el inconcluso complejo. Consta de tres hoteles –Grand Hyatt, SLS y Rosewood– que suman 2.300 habitaciones, un casino de 9.000 m², 40 restaurantes y bares, un campo de golf de 18 hoyos y, entre otros servicios, 18 mil m² de espacio para eventos sociales y corporativos.
La fuente del vino gratis
La ciudad italiana de Abruzzo está dando que hablar y, también, de beber. Es que una bodega instaló una fuente de vino que puede ser consumido de manera gratuita por quienes se acercan al lugar. La atracción funciona las 24 horas y no tiene límites de copas, aunque sus responsables publicaron en las redes un mensaje donde indican que el manatial no puede ser utilizado por “borrachos o groseros”. La variedad predominante en la zona es la Montepulciana d´Abruzzo, un tinto de buen cuerpo; y la fuente está sobre el famoso Cammino Di San Tommaso, que conduce a la catedral donde descansan los restos del apóstol.
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