Mucho se ha escrito en los últimos años sobre las aerolíneas de bajo costo. Además de brindarle la posibilidad de volar a mucha gente que de otra manera no podría hacerlo, también le han causado grandes dolores de cabeza a las compañías tradicionales por las extrema competitividad que trajeron a la industria. Pero no hay duda que han llegado para quedarse.
Sin embargo, no todo es un campo de rosas para las low-cost, ya que las de largo radio no terminan de despegar. El 1° de octubre pasado, la escandinava Primera Air, con rutas a más de 70 destinos en Europa, Asia y América, cesó sus operaciones. En un comunicado, la aerolínea achacó su situación financiera a “varios hechos desafortunados imprevistos”, consignando –entre ellos– retrasos para recibir una nueva flota de equipos A321neo y la baja de un avión por problemas de corrosión.
Ahora, la noticia alcanza a la islandesa Wow Air, que registró fuertes pérdidas en 2017 y está siendo adquirida por Icelandair para evitar su quiebra. En este caso, algunos analistas prevén un aumento en las tarifas, ya que prevalecería la política de negocios del comprador. Autodefinida en su página web como empresa “happy low-fare”, Wow ingresó al mercado estadounidense en 2015 brindando servicios a Boston y Baltimore desde US$ 99 por tramo. Hoy está presente en siete ciudades de la Unión y se apresta a sumar a Orlando a su red de rutas.
A Norwegian, la tercera low-cost de Europa y con una marcado deseo de crecer en el largo radio, tampoco le están saliendo las cosas del todo bien. Se calcula que adeuda € 318,7 millones. Según Michael O´Leary, CEO de su rival Ryanair, quebrará si el precio del petróleo llega a los US$ 80. De hecho, tanto Lufthansa como IAG (British e Iberia) anunciaron su intención de adquirirla, pero para su número uno, Bjorn Kjos, “es demasiado pronto para vender”.
Lo cierto es que en el corredor aéreo más transitado del orbe, el del Atlántico Norte, existen algunos carriers europeos de bajo costo buscando una porción de mercado. Pero no hay ninguna contrapartida estadounidense de importancia. Tampoco desde América Latina, hacia donde vuelan Level y Norwegian (pero a precios no tan disruptivos como suele acontecer en el modelo de bajo costo).
La respuesta competitiva de los grandes jugadores de ambos lados del Atlántico llegó con la reconfiguración de sus flotas. American, Air France y British, entre muchas otras aerolíneas, han dotado a sus aeronaves, especialmente a los B-777, de más asientos añadiendo una plaza más por fila (ahora 10; antes 9) e incluso aumentando la superficie de la cabina de clase Economy. Además, disponen de tarifas especiales que, con ciertas restricciones, se asemejan a las de sus competidores.
Quizás no sea el fin del modelo low-cost de largo radio, sino el nacimiento de una combinación entre lo nuevo y lo tradicional.
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