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En busca de nichos en el canal Horeca

Es la criptomoneda que nació con el espíritu de sacudir el mercado financiero internacional al estar fuera de la reglamentación de los bancos oficiales y ajena a las fluctuaciones de las economías de los países. Sin embargo, a una década de su nacimiento aún busca afianzarse como medio de pago en el turismo, en general, y la hotelería, en particular.

Hace 10 años comenzaba a hablarse del bitcoin, la moneda virtual que apostaba a crecer y explotar en el mercado financiero internacional, porque no estaba sujeta a las reglamentaciones de los organismos de control internacional, ni a las políticas económicas de los países.

Sin embargo, su razón de ser fue su misma trampa, porque la condición de ilegalidad es la que la mantiene en un espacio marginal dentro de los negocios internacionales a una década de su nacimiento. Un dato que incluye las transacciones que se realizan en la industria del turismo y en el sector de la hospitalidad. 

Antes de continuar, cabe recordar que los bitcoins son monedas virtuales. Pueden ser intercambiadas y operadas como cualquier otra divisa tradicional, pero están fuera del control de los gobiernos.

Esta moneda virtual fue desarrollada en un universo tecnológico. Se trata de una divisa descentralizada que no tiene un país de origen. No tiene ningún tipo de base o sustento en ninguna reserva, petróleo, oro o cualquier bien físico tangible, sino que su precio se determina por la cantidad de monedas disponibles en el mercado, la oferta y la demanda. Su valor depende de diferentes actores: la curva de oferta y demanda de compra, la venta de la moneda propiamente dicha, y a su vez, la generación o el descubrimiento de nuevos bloques financieros que generan nuevas monedas.

Para Rodolfo Andragnes, director ejecutivo de la ONG Bitcoin Argentina, “el bitcoin representa un nuevo sistema monetario, que no está respaldado por un Estado, sino que está respaldado por un software donde queda definida la emisión monetaria que va a haber. Este software es lo más disruptivo de entender, porque es de código abierto. Quienes participan pueden estar involucrados en el mantenimiento y control del mismo, y desde hace 10 años, viene evolucionando y mejorando. Esto lo hace más confiable, porque cualquier persona lo puede auditar. Actualmente hay más de 25 millones de billeteras activas en el mundo”.

Por otra parte, cabe destacar que la cotización del bitcoin fluctúa permanentemente, ya que es internacional y los mercados no tienen horario de apertura ni de cierre. Al cierre de esta edición rondaba los US$ 3.966,50.

También es cierto que experimentó un crecimiento sin precedentes en su valor en 2017, llegando a los US$ 20 mil en diciembre de ese año. Mientras que 2018 fue un ciclo terrible para su valor con una caída cercana al 80%, uno de los peores momentos desde que se creó hace una década. Fue un año olvidable para el mercado global de criptomonedas, que perdió cerca de US$ 700 mil. Muchos analistas consideraron que fue la “explosión” de una “burbuja”, aunque para otros fue un vaivén clásico de los mercados volátiles de alto riesgo.

Asimismo, para adquirirlo es necesario contar con lo que se llama una billetera virtual, donde se reciben los bitcoins. Básicamente, lo que se transporta es un protocolo; porque su concepción es 100% intangible. Se pueden adquirir a través de espacios virtuales de compra-venta de la divisa, que son miles; y también se pueden transferir de persona a persona.

Los bitcoins pueden ser comprados y vendidos a cambio de monedas tradicionales; transferidos directamente a través de Internet desde un usuario a otro usando el software apropiado, o utilizados para abonar algunos (pocos) servicios de Internet que lo tienen como alternativa de pago.

Dicho esto, es cierto que una parte importante del valor del bitcoin hoy corresponde a las expectativas a futuro. Los conocidos como HODLers (tenedores, en español) son personas que creen y están dispuestas a ahorrar en bitcoin a largo plazo con la expectativa de poder disfrutar de mayores ganancias en los próximos años. En esencia, esto no es muy diferente a lo que ocurre en otros tipos de mercados especulativos, como el de las acciones o el petróleo. “Los tenedores de bitcoin buscan una renta a más largo plazo, en su apuesta porque el mundo se dé cuenta de que es un mejor sistema de pago que el tradicional con el que operamos”, agregó Andragnes.  

 

EL LADO B.

Al momento de dar una definición crítica de esta moneda, Gabriel Holand, director de HR Global, sentenció: “A mi entender es un producto de nicho, muy poco transparente, no regulado y altamente especulativo. Esto último quiere decir que su cotización tiene muchas alzas y bajas y, en el medio de esa fluctuación, hay quienes están ganando mucho dinero”.

A lo que adicionó: “Hasta que los bancos centrales del mundo no tomen una política activa con relación al bitcoin, va a seguir teniendo una debilidad y es que no es de curso legal, no está respaldado por ninguna autoridad monetaria. Hasta el día de hoy es la moneda espuria de los bancos. En el comercio internacional legal es necesario que la moneda con la que se trabaja sea convertible, intercambiable y acumulable. Por eso el bitcoin no logró posicionarse”. 

Asimismo, hay que entender que, si bien se pronostica para los próximos años un triunfo del dinero virtual –algo que ocurre, por ejemplo, en Dinamarca, donde se prevé que las operaciones financieras serán totalmente virtuales a partir del año próximo–, esta expectativa no incluye el uso de bitcoins o de cualquier otra criptomoneda. Hablamos del comercio internacional que está regulado por organismos internacionales.

Utilizar las nuevas tecnologías para pagar es el futuro, pero quienes traccionan en esta tendencia son empresas como PayPal o M-Pesa, no los bitcoin.

 

EL DERROTERO.

El 1° de noviembre de 2008, semanas después de la caída de Lehman Brothers y en medio de una feroz crisis financiera mundial, una persona (o personas) identificada como Satoshi Nakamoto presentó un paper con una idea revolucionaria. Se trató de un instructivo para crear el bitcoin, una moneda digital bajo el control de una comunidad virtual. 

Desde su valor ínfimo hasta los casi u$s 20 mil de su récord, el bitcoin creó mucho más que una “moneda criptográfica”, dio vida a la tecnología de Blockchain. En enero de 2009, Satoshi Nakamoto puso en funcionamiento el software, conocido como cadena de bloques, un libro digital compartido que registra todas las transacciones de una criptomoneda. Estas transacciones forman agrupaciones conocidas como "bloques", que a su vez se codifican y se vinculan unos a otros.

Cerca de 2012, cuando su adquisición estuvo en auge, era la moneda de moda en el mundo digital y cada vez eran más los viajeros que optaban por ella a la hora de viajar, con el fin de evitar contratiempos. En esa instancia comenzó a hablarse de bitcoins también en Argentina, y algunos establecimientos hoteleros y gastronómicos se animaron a instrumentarlo como forma de pago.

De todos modos, “en 2013 no había casas de cambio, había una gran comunidad de gente que los compraba y los vendía. Estas transacciones no estaban prohibidas pero eran ilegales. Hoy sí existe una estructura enorme y formal de casas de cambio, en las que vender y comprar bitcoins y donde se dejan todos los datos”, relató Andragnes.

Ese mismo año, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) lanzó un comunicado en que dejaba en claro que el bitcoin se podía utilizar libremente pero que no estaba emitido por el Estado.

Recién en 2017, en Argentina la Ley 27.430 dispuso gravar la renta financiera con el Impuesto a las Ganancias y los bitcoin fueron incluidos entre los activos que debían tributar. “Cuando la determinación de la ganancia neta de los sujetos (…) provenientes de operaciones de enajenación de acciones, valores representativos y certificados de depósito de acciones y demás valores, cuotas y participaciones sociales (…) monedas digitales, títulos, bonos y demás valores, así como por la enajenación de inmuebles o transferencias de derechos sobre inmuebles, quedarán alcanzados por el impuesto”, reza la norma.

Cabe aclarar que se paga por las utilidades que genere un activo financiero a partir de una ganancia de $ 104.735,77 en 2019 y se actualiza el monto por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) todos los meses de octubre.

 

LOS BITCOINS EN LA HOSPITALIDAD.

La industria turística se destacó por ser una de las primeras en adoptar la moneda desde su nacimiento.

Los viajeros podían ver al bitcoin como una forma de eludir los costos de conversión de moneda, los cargos por extracción de cajeros automáticos, las tarifas de transacción y los riesgos de fraude que conlleva el uso de tarjetas de crédito internacionales.

Además, comenzó a ser atractivo como método de pago, porque no presenta la necesidad de que haya bancos intermediando y se transporta en una e-wallet ("billetera") digital, lo cual hace posible disponer de ellos en cualquier momento y lugar a través de una computadora, tablet o smartphone.

En 2013, llegó a haber en Argentina 600 establecimientos que usaron bitcoins como medio de recepción de pagos internacionales, entre hoteles y restaurantes. En esa instancia, un nuevo medio de pago representaba la oportunidad de ganar más mercado, sobre todo internacional.

De todos modos, “en el país hoy existen pocos hoteles que aceptan bitcoins, antes había muchos más porque les servía para saltar el corralito. Hoy quienes toman esta moneda son las grandes plataformas de venta online, que luego le pagan al hotel en pesos o dólares”, analizó Andragnes.

En tal sentido, la hotelería hoy gana clientes que abonan con bitcoins gracias a las OTAs. Una de ellas es la agencia de viajes española Destinia.com. En tanto, Expedia no acepta bitcoins para vuelos, pero lo hace para reservas de hotel y utiliza una plataforma llamada Coinbase para asegurar las transferencias de la moneda digital.

Por su parte, BTCTrip es un hotel y proveedor de servicios de reserva de vuelos cuyo sistema de pago se basa exclusivamente en la moneda bitcoin. No hay intermediarios ya que tratan directamente con los transportistas y hoteles. Mientras que Gyft.com es una plataforma de tarjetas de regalo digital que tiene entre sus opciones la de obsequiar una reserva en Hotels.com.

A nivel local, una de las últimas agencias de viajes que se sumó a la ola de las criptomonedas es Garbarino Viajes, que comenzó a aceptar bitcoins en septiembre del año pasado como medio de pago para las compras realizadas a través de su sitio web. “Elegimos incluir este tipo de pagos digitales porque representa un proceso seguro y ágil. Además, estamos continuamente pensando en cómo innovar en soluciones tecnológicas para facilitar las operaciones a nuestros usuarios”, declaró Fabián Schiavo, gerente general de la empresa.

En tanto, la gastronomía también apostó a partir de 2012 a la moneda digital pero la moda no logró sostenerse. Tal fue el caso de Bitcoffee, que trabajó durante cinco años y terminó cerrando sus puertas en febrero de este año. El restaurante porteño Röt también aceptaba bitcoins, pero por diversos motivos decidió bajar la persiana. En tanto, Fukuro Noodle Bar los aceptaba pero desistió de la apuesta.

Al respecto, Holand indicó: “Hasta ahora el bitcoin tienen un nivel de movimiento muy marginal con relación al volumen total del comercio internacional. Cuando digo esto, hablo de grandes agencias de viajes, compañías aéreas y cadenas hoteleras que usualmente no trabajan con criptodivisas. Porque esta moneda hay que monetizarla; los sueldos, la mercadería y demás costos hay que pagarlos con billetes de curso legal. Por eso tener bitcoins es ‘nice to have’ (lindo de tener), como se dice en inglés, y solamente eso”.   

Frente a este escenario, Andragnes propone repensar los beneficios de aceptar la criptomoneda. “Los hoteles que tienen espalda financiera pueden reservar un porcentaje de sus ventas en bitcoins (aunque sea un 1%), guardarlos y esperar a que mejore la cotización de la moneda. Si bien se trata de una forma de exponerse financieramente, cada empresa decide si quiere tomar el riesgo”, comentó.

A lo que agregó: “En todo sentido el bitcoin puede ayudar a un hotel a ganar un nicho de mercado. Hay gente que dispone de esta moneda y no tiene muchos lugares dónde gastarlos. Estamos hablando de una moneda de ahorro, que se diferencia del peso que es una de gasto, no te lo querés guardar. Además, cuando una persona ahorra lo hace para viajar, para comprarse una casa o para pagarle el estudio a sus hijos. Por eso pocas industrias tienen mayor probabilidad de crecimiento de la mano de esta moneda como sucede con el turismo”.

CRIPTOMONEDAS, PROS Y CONTRAS

Fuente: IG España

 

Beneficios

• Global: no son sensibles a cambios económicos o políticos de un país concreto. Todo el mundo puede acceder a ellas y pueden transferirse instantáneamente a cualquier persona, en cualquier lugar del mundo.

• Descentralización: no existe un mercado oficial, lo que significa que pueden ser operadas 24 horas al día, durante los siete días de la semana.

• Transparencia: todas las transacciones se registran en un libro compartido y se operan sobre un mecanismo que asegura que al receptor solo le llegue la información que necesita del emisor (no todos sus datos).

• Portable, durable y divisible.

 

Riesgos

• Volatilidad: las criptomonedas suelen experimentar significativos movimientos de precio de manera repentina; lo que conlleva tanto riesgos como oportunidades.

• Pérdidas: no existe una manera completamente segura de proteger las operaciones del error humano, el fallo técnico o el fraude. A la vez que no hay ningún sistema implantado para compensarle por sus pérdidas.

• Cambios regulatorios: las criptomonedas aún no están sujetas a regulación, pero si se introducen nuevos mecanismos, donde muchas de sus ventajas sobre las divisas tradicionales pueden verse revertidas.

LA FAMILIA DE LAS CRIPTOMONEDAS

Existe un gran número de criptodivisas disponibles, todas con sus propias características y aplicaciones. Las que tienen mayor capitalización de mercado son –al menos por ahora– una minoría, que incluye a:

• Bitcoin Cash: es una criptomoneda sustentada por un proyecto de software de código abierto. Nació como una alternativa al bitcoin, el 1° de agosto de 2017. Su objetivo fundamental es continuar con el espíritu original que tuvo el bitcoin cuando salió a la luz: ser un sistema P2P (persona a persona). Por eso su cotización es más baja y ronda los US$ 160.

• Ether: está asociado a una plataforma de código abierto (Ethereum) que permite la creación de acuerdos de contratos inteligentes entre pares. El sistema fue desarrollado por los británicos Gavin Wood y Jeffrey Wilcke.

• IOTA: surgió en 2014 con el objetivo de potenciar el desarrollo de Internet de las cosas. En este contexto, sus fundadores entendieron que era fundamental crear condiciones para favorecer la operación y conexión entre diferentes plataformas. IOTA no usa un diseño de blockchain tradicional sino que tiene su propia plataforma, denominada Tangle, que no demanda el pago de comisiones.

• Ripple: tiene estipulado un número limitado de emisiones. No habrá más de 100 mil millones de esta moneda, de las cuales la mitad entrará en circulación y la otra mitad quedará en manos de la compañía que generó esta plataforma. Funciona como si fuera una entidad de crédito para realizar transacciones dentro de una red de usuarios.

• Dash: es una criptomoneda de código abierto que surgió en 2014. Tiene una característica muy interesante y es que proporciona un anonimato total en las transacciones. Además, las confirmaciones de los movimientos se dan de manera casi instantánea.

• Litecoin: esta criptodivisa permite realizar pagos en forma instantánea y con cero costos. Es de código abierto y también se basa en el anonimato.

FUENTE: en-busca-de-nichos-en-el-canal-horeca

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