El antropólogo francés Marc Augé acuñó el término de “no-lugar” para referirse a aquellos sitios de tránsito que carecen de importancia propia. Entre ellos, los aeropuertos.
Aeropuertos: una nueva vida para los no-lugares
Por razones generalmente operativas, algunos aeropuertos se han visto obligados a cerrar. Reconvertidos, son hoy importantes espacios verdes, escenarios de grandes eventos sociales y hasta lugares donde reside gente acaudalada.
Sin embargo, hay algunos casos en que esos espacios trascienden su esencia y, por obsolescencia, se reconvierten por completo. Así es la historia del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre que sirvió a la ciudad de Quito hasta el 19 de febrero de 2013. Situado en una zona escarpada y de alta densidad urbana, a 2.880 msnm, era uno de los más altos del mundo y, además, uno de los más peligrosos.
Fue reemplazado por otro, localizado en un área llana y más alejado del centro. Tras su cierre, se convirtió en el gigantesco Parque Bicentenario, que con sus 125 ha. pasó a ser el mayor rincón verde de la ciudad, ideal para conciertos y eventos especiales. En julio de 2015, el papa Francisco celebró allí una misa multitudinaria.
En octubre de 2008, después que el Aeropuerto Berlin-Tempelhof cerrara sus puertas, el predio se transformó en el mayor parque público de la capital alemana y sede de importantes realizaciones, como el festival global de música Popkomm y el Berlin Marathon. Se proyecta sumarle un museo del aire y un complejo de residencias y oficinas.
En Denver, Estados Unidos, el Aeropuerto Internacional Stapleton, fue reemplazado en febrero de 1995 por otro mucho más grande (el de mayor superficie de la Unión) que lleva el nombre de la ciudad. Hoy, las terminales y pistas del Stapleton son un espacio mixto con residencias, oficinas, restaurantes y más con la antigua torre de control de tráfico aéreo dominando la escena. Para John Karsada, autor de “Aerotropolis, The Way We´ll Live Next”, se trata de “la más exitosa reutilización de un aeropuerto comercial que he visto en el mundo”.
Otro aclamado proyecto de reconversión tiene por eje al Aeropuerto Internacional Kai Tak de Hong Kong, pasado a retiro en julio de 1998 por necesidades de infraestructura sumadas a las peligrosas maniobras de acercamiento que demandaba a los pilotos. Desde junio de 2013 Kai Tak es una moderna terminal de cruceros, producto de un diseño del prestigioso estudio Foster + Partners. Y debido a que como tal tiene prolongados períodos de inactividad, el edificio también fue concebido para recibir exhibiciones, conciertos y actividades afines. En el techo tiene un jardín público.
Por otra parte, están los aeropuertos que esperan una nueva vida. Como el de Ciudad Real, anteriormente llamado Don Quijote, a 200 km. de Madrid. Su construcción, a cargo de privados, demandó € 1.100 millones esperando recibir más de 2 millones de pasajeros anuales. Solo funcionó entre diciembre de 2008 y abril de 2012. Entonces cerró; Barajas le ganó la partida.
Puede ser que un aeropuerto sea un “no-lugar”. Pero también es una encrucijada de caminos hacia el sueño de viajar y, en ciertos casos, la ruta hacia la tan mentada sostenibilidad que clama el mundo moderno.
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