“Latinoamérica se prepara para el verano”, afirmó hace pocas semanas Peter Cerdá, vicepresidente para Las Américas de IATA. En ese contexto Argentina no es la excepción. De hecho, en lo que va de noviembre y hasta la primera semana de diciembre, la oferta de asientos de las compañías aéreas desde y hacia el país crecerá un 22%, y el número de frecuencias aéreas un 27%. Este incremento de la oferta apuesta a captar la voluntad de viaje que diversos estudios han reflejado por parte de los usuarios. Y es que viajar y disfrutar de otras geografías comienza a aparecer como la mejor y más contundente opción para concluir un 2020 que se posicionó como el más complicado de las últimas décadas.
Las compañías aéreas calientan motores
De todos modos, y pese a la visión esperanzada, la vuelta en todos los casos es cautelosa. Aunque, como expresábamos, el número de frecuencias y asientos ofertados va creciendo en las últimas semanas, lo hace desde niveles cercanos a cero. Cabe recordar que en Argentina los vuelos regulares internacionales se interrumpieron el 12 de marzo y se autorizó su reanudación recién el 30 de octubre, es decir siete meses y medio después, y solo se cumplimentaron en ese lapso una serie de vuelos especiales. Por otro lado, y como sucedía anualmente, en tiempos prepandemia la oferta de asientos se incrementaba en el verano, de modo que la diferencia que se genera con este año es notoria y superior al 50%. La apuesta y la esperanza es que el incremento de la demanda vaya justificando el agregado de nuevas frecuencias, al menos durante el verano. Como lo comentara en rueda de prensa días atrás María José Taveira, country manager de IATA, el hecho de que los vuelos internacionales regulares se hayan reanudado a fines de octubre genera que “noviembre, en definitiva, sea un mes de transición, y más claras se tendrán las programaciones regulares en diciembre próximo”.
La Era de la Bioseguridad en las compañías aéreas
Sin duda alguna, el mayor desafío que el Covid le planteó a la industria aerocomercial fue adaptarse para brindar certezas en cuanto a la seguridad sanitaria. La aviación es una actividad fuertemente protocolizada y acostumbrada a seguir procedimientos estrictos. Por eso fue solo cuestión de tiempo para que las líneas aéreas desarrollaran sus protocolos sanitarios. Pero no contentas con ello, y como es habitual, el sector también apostó a la innovación: entonces se desarrollaron más profundamente los mecanismos de chequeo y despacho de equipaje de modo remoto y autoasistido, para minimizar la intervención de empleados (contactless), apoyándose en tecnologías como la Digital ID y la Inteligencia Artificial, y hasta se desarrollaron rápidamente sistemas automáticos (robots) para la limpieza de aviones e instalaciones, basados en luz ultravioleta.
Pero por si la experiencia previa de sostener eficientemente protocolos operativos a lo largo de los años no bastara, desde marzo se han realizado en todo el mundo vuelos especiales y de repatriación bajo los nuevos parámetros de bioseguridad, que han brindado, a los efectos de aplicar los nuevos protocolos, un expertise invaluable.
De hecho, estos protocolos parecen estar logrando su finalidad de aplacar la preocupación de los clientes. Un estudio de la empresa de tecnología aeronáutica Inmarsat presentado hace un par de semanas, basado en el testimonio de 10 mil usuarios, asegura que las mayores preocupaciones de los viajeros a la hora de viajar no pasan justamente por el miedo a contagiarse en los aviones.
Tampoco en el Passenger Survey, del que IATA presentó tres ediciones este año, se indica que viajar en avión se encuentra, para la mirada de los viajeros, entre las actividades más peligrosas pensando en el contagio (genera más temor viajar en bus o subte, asistir a un teatro o a una conferencia, e ir a un bar o un gym).
La flexibilidad en el centro de la escena
Otro de los grandes elementos disuasorios a la hora de viajar es la flexibilidad comercial que rodea la propuesta. Y es que también es disuasorio invertir en un viaje en el marco de incertidumbre que genera la pandemia, si ante la posibilidad de que el viaje se cancele por fuerza mayor no hay perspectivas ciertas de acceder a alguna alternativa.
A lo largo de los últimos meses, las compañías aéreas –mayoritariamente– han ido modificando su política comercial para enfrentar esta situación. La mayoría de ellas han eliminado los cargos a la hora de reprogramar los vuelos y reservas.
¿Para todas igual?
Las tendencias verificadas o anticipadas por los organismos internacionales –como IATA o la latinoamericana ALTA– señalan que la recuperación tiene una relación proporcional con la distancia. De modo que los mercados de cabotaje se recuperan más rápidos que las rutas regionales, y éstas, a su vez, lo hacen más velozmente que las rutas internacionales de largo recorrido. Esto pone a mercados y destinos siempre interesantes para los viajeros argentinos, como Brasil o el Caribe, al alcance de las expectativas. Sin embargo, un dato contundente, revelado justamente por ALTA con relación a septiembre pasado, es que el 90% del tráfico extrarregional hacia y desde Latinoamérica tiene que ver con Norteamérica, lo que no es menor.
Filtros HEPA, corazón de la bioseguridad
A la hora de desarrollar los nuevos protocolos sanitarios, el punto de partida es una tecnología que ya está presente en la industria hace años.
Los aviones modernos, que se utilizan en todo el mundo, están equipados con filtros HEPA, acrónimo de High Efficiency Particulate Air. El sistema consta de un esquema de diversos filtros de fibra de carbono, de distinto grosor, que va reduciendo el tamaño de las partículas que pueden pasar, lo que termina impidiendo que virus y bacterias los atraviesen. Estas capas llegan a no permitir el paso de partículas más grandes a 0,3 micrones: el Covid-19 mide entre 0,6 y 1,4 micrones. Su efectividad es del 99,97%. Estos filtros, sumados al sistema de renovación del aire en la cabina, que cambia íntegramente el aire cada tres minutos, generan un ambiente limpio y desinfectado. La tecnología de filtros HEPA es utilizada por quirófanos en todo el mundo. “El aire en los aviones es una mezcla 50/50 de aire exterior y aire recirculado que pasa por filtros HEPA”, comentó Joseph Allen, director del Programa Healthy Buildings, de la escuela T. H. Chan de Salud Pública, de la Universidad de Harvard. “Yo diría que ir a un restaurante es más riesgoso que sentarse en un avión, en uno de los más grandes”, comentó Linsey Marr, profesor de Ingeniería Civil y Ambiental del Virginia Tech Institute.
Las pruebas y los vuelos seguros
El nuevo debate en términos operativos es la realización de pruebas rápidas antes de embarcar. De este modo, se incrementaría la seguridad, dado que cada vuelo podría afirmar que despega sin viajeros contagiados. Y volvería innecesarios otros mecanismos que son igual de disuasorios para los viajes como la cuarentena, tanto en el país de origen a la vuelta del viaje, como en el país de destino al momento de arribar. Varias compañías aéreas de Estados Unidos y Europa han comenzado a realizar test rápidos entre sus pasajeros, en rutas seleccionadas. Uno de los puntos clave en esta iniciativa es quién debe cubrir el costo de los test. En algunos casos, son los propios pasajeros los que deben pagarlos, en otros, como citábamos, son las compañías aéreas las que pagan. Entidades gremiales-empresarias como IATA o el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) abogan por que sean los propios Estados los que cubran este “costo extra”.
Argentina: oferta de asientos y vuelos
La información proviene de la Official Airlines Guide (OAG) y delinea el comportamiento de la oferta de asientos y vuelos internacionales hacia y desde Argentina. En ambos casos, se retrata lo sucedido del 23 de noviembre hasta el 13 de diciembre, es decir las semanas 48, 49 y 50. En ese período de tres semanas, la oferta de asientos creció un 27,9%, y las frecuencias hicieron lo propio un 22,1%. Lo interesante es que el incremento en las tres semanas muestra que la distancia en la comparación de la oferta de frecuencias, entre estas tres semanas de 2019 con respecto al mismo período de 2020, se fue achicando. En la semana 48 la oferta de este año representaba apenas un 18% respecto de la del año pasado; en la semana 49 ese número creció al 68% y en la 50, llegó al 79%. Es decir, la brecha interanual se va cerrando. La misma progresión se ve con los asientos, que pasa de representar el 20% en la comparación interanual, al 64,2% y 74,3%.
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