El día de mañana, cuando las escuelas de negocios analicen los grandes fracasos empresariales del día de hoy, el caso Spirit Airlines se encontrará seguramente bajo la lupa. Una aerolínea que llegó a lo más alto de la rentabilidad a tener que pedir su bancarrota dos veces en un año.
Spirit Airlines opera con una flota de Airbus A320 y A321 de última generación.
Fundada como Charter One en 1980 en Detroit, Estados Unidos, Spirit inició su andadura ofreciendo vuelos charter a destinos de ocio hasta que en 1992 adoptó su nombre actual para ofrecer servicios regulares.
De Detroit a Florida
En 1990 la compañía trasladó su sede a la comunidad de Miramar, Florida, al tiempo que fue expandiéndose bajo el modelo de “ultra bajo costo”. Un sistema donde la tarifa base de los tickets no importa tanto como los “ingresos auxiliares”, que incluyen extras por el equipaje a facturar (inclusive el de mano que supere cierto tamaño), la selección de asientos, la comida a bordo y hasta la impresión del boarding pass.
Sus aviones, mayoritariamente Airbus A320 y A321, operados en leasing, están configurados para transportar más pasajeros que el promedio de la industria, mientras que lidera el ranking de quejas por vuelos cancelados y calidad de servicio.
Spirit Airlines: razones de la crisis
El modelo de negocio de Spirit Airlines tuvo épocas doradas. Entre 2011 y 2015, por ejemplo, pasó de percibir ingresos por US$ 1 mil millones a US$ 2,1 mil millones, un 15,3% más que American Airlines.
El flujo de caja siguió siendo excelente hasta la llegada de la pandemia. La cantidad de pasajeros descendió geométricamente, los costos laborales crecieron sin parar y en un intento por ganar musculatura la empresa intentó fusionarse con JetBlue, acuerdo que no fue aprobado por el Departamento de Justicia estadounidense. (Spirit Airlines rechaza una segunda propuesta de compra de Frontier Airlines)
Además, la empresa registró severos problemas con varios motores Pratt & Whitney de sus Airbus, lo que la obligó a dejar varias aeronaves en tierra.
Dos veces en Capítulo 11
Resultado: tras seguir acumulando pérdidas y con una deuda en aumento, en noviembre de 2024 Spirit pidió auxilio a través del famoso “Chapter 11” (la Ley de Quiebras estadounidense), normativa que le permite a las empresas continuar sus operaciones e incluso pedir nuevos préstamos a cambio de reorganizar su plan de negocios.
Pero algo salió mal. Así, a fines de agosto pasado, la aerolínea volvíó a recurrir al tribunal de bancarrota.
Spirit, aclaremos, está operando, pero haciendo grandes ajustes y con un futuro incierto. Suspendió a cientos de pilotos, a cerca de 1.800 auxiliares de vuelo y eliminó 13 destinos de su red.
En un mensaje que se filtró a la prensa, John Bendoraitis, director de Operaciones de la compañía, dijo: “Mientras trabajamos para que Spirit vuelva a ser rentable, enfrentamos decisiones difíciles sobre nuestra red, nuestra flota y, en última instancia, nuestra fuerza laboral”.
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