Airbnb lleva desde 2008 siendo la aplicación de alquiler de alojamientos turísticos más importante del mundo. Por su parte, la lucha de los hoteles y del sector turístico contra este tipo de alojamientos es tan antigua como la propia empresa, pero ahora parece que Nueva York marca un precedente en esta guerra.
Nueva York limita al máximo a Airbnb desde este 5 de septiembre
La ciudad estadounidense aplicará desde este martes 5 de septiembre una nueva normativa en la que se limita de forma considerable el uso de este tipo de alojamientos. Se acabó la barra libre: a partir de ahora, las estancias de menos de un mes de los turistas que quieran alquilar un piso o casa turística solo podrán ser reservadas si se convive ese tiempo con el propietario del alojamiento.
Además, la norma (que lleva por título “Ley de Registro de Alquileres de Corta Duración”) obligará a que los propietarios de pisos turísticos se registren en el departamento de vivienda del ayuntamiento y a cumplir con ciertos requisitos, como la obligación de proporcionar información sobre los huéspedes y el número de noches que se alojarán en el apartamento.
Y esto no solo afecta a los más de 38.500 pisos que, hasta ahora, Airbnb tenía registrados en Nueva York (aunque informes judiciales presentados por Skift aseguran que podrían ascender hasta las 56.500 viviendas). También a los alojamientos publicados en plataformas como Booking.com o Vrbo.
Se espera que alrededor de 10.000 de esos pisos desparezcan desde este martes según el New York Daily News gracias a esta nueva normativa, que recoge sanciones de más de 5.000 dólares para los propietarios que hagan caso omiso.
Todo ello, como era de esperar, provocó la ira de Airbnb: la empresa señaló esta semana en un comunicado que se tratan de medidas “abusivas” que solo buscan aumentar la burocracia para desincentivar la contratación de los servicios de la compañía y advirtió de que perdería el 95% de su negocio en la ciudad.
Por ello, la compañía llevó a los Tribunales al consistorio, aunque la Justicia acabó dando la razón a finales de agosto al gobierno de Nueva York asegurando que “la empresa no puede demandar a las instituciones públicas porque la ley no es caprichosa ni arbitraria”, alegando que “los motivos de la demanda de pérdida de negocio no fueron demostrados” por Airbnb.
Una victoria del consistorio neoyorquino que mantiene que el objetivo final de la norma no es castigar a la empresa, sino bajar el precio de los alquileres en la ciudad y frenar la especulación inmobiliaria.
El inicio del fin del reinado de Airbnb
Esta nueva regulación de Nueva York podría ser más que un pequeño tropiezo en los planes de expansión de Airbnb. La normativa, que ya se pasea por los despachos de gobierno de algunos países (especialmente europeos) puede suponer la base para futuras normativas regulatorias.
De hecho, esa idea que se barajó en el seno de la Unión Europea: la Comisión propuso este mismo año la creación de un registro único de propiedades para las plataformas de alquiler de alojamientos turísticos, como Airbnb. Algo que se sumaría a que los países miembro aplicarían normas por las que se obligaría a Airbnb a ser más transparente y mostrar a los clientes el número de registro de cada piso.
La idea no solo es proteger al huésped, sino reducir trámites, costes y favorecer la competencia justa entre los distintos actores del mercado, sobre todo hoteles. Y en Italia la idea gustó tanto que ya está encima de la mesa la aplicación de una ley dirigida a los alquileres de menos de 30 días que impondría una estancia mínima de dos días en ciudades y zonas turísticas. Menos dura que la de Nueva York, pero sujeta a cambios. Un primer paso en lo que podría ser el inicio del fin de la expansión de Airbnb.
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