“El total de recursos con el que se financian la Secretaría de Gobierno de Turismo y el Instituto Nacional de Promoción Turística proviene del Fondo Nacional de Turismo creado por el Artículo 24 de la Ley Nº 25.997”, indica textualmente el Presupuesto 2020 presentado por el Gobierno Nacional al Congreso.
Fondo Nacional de Turismo: se mira pero no se toca
En los últimos cuatro años se incumplió sistemáticamente con la obligación legal de que lo recaudado en el Fondo Nacional de Turismo se aplique específicamente al sector. Desde 2017, la mitad de lo producido por el impuesto a los pasajes al exterior no se gasta en Turismo. De acuerdo al Presupuesto 2020, la diferencia entre lo que se espera recaudar en el Fondo y lo previsto para financiar acciones de promoción supera los $ 5.000 millones.
Ahora bien, ¿qué establece el Artículo 29 de la mencionada ley? Textualmente dice así: “Los recursos provenientes del Fondo Nacional de Turismo son administrados exclusivamente por la autoridad de aplicación para el cumplimiento de sus objetivos”. El inciso m del Artículo 7 de la norma aclara que es deber de la SecTur la administración de ese Fondo, que se compone básicamente con el impuesto del 7% sobre el valor de los pasajes aéreos, marítimos y fluviales al exterior. Un 40% de lo recaudado se debería destinar al Inprotur. O sea, por cada $ 100 que se venden en tickets al exterior (deducidos los impuestos y tasas), $ 4,2 deberían financiar las acciones de la SecTur y otros $ 2,8 destinarse a la promoción del destino en el exterior.
La operatoria es simple, las transportadoras que actúan como agentes de percepción del impuesto deben hacer declaraciones juradas quincenales y depositar el monto en cuestión una vez por mes, todo sujeto a certificaciones contables trimestrales. Como dice la ley, “dicha recaudación deberá ser depositada en la cuenta bancaria recaudadora de la autoridad de aplicación de la ley”. Sencillo… al menos en apariencia.
EL EXPOLIO TURÍSTICO.
Lo cierto es que en los últimos cuatro años se incumplió sistemáticamente con el propósito fijado por la ley y desde 2017 la mitad de lo recaudado por el Fondo Nacional de Turismo no se gasta en Turismo.
En el primer año de la actual gestión la brecha fue de “apenas” $ 300 millones, o sea un 13% de lo acumulado por el exDNT no se ejecutó en acciones de la SecTur o el Inprotur. En los años anteriores la relación venía siendo inversa, es decir, se aplicaba el 100% de los fondos, más algún leve refuerzo por parte de la Administración Nacional.
El eufemismo de “apenas” con el que definimos la situación de 2016 es válido para graficar cómo esa situación irregular se multiplicó exponencialmente desde 2017, de la mano de un aumento del 40% del impuesto a los pasajes al exterior (que pasó del 5% al 7% del valor del ticket). Ese año cerró con una diferencia de $ 2.000 millones entre lo recaudado y lo aplicado a Turismo, una diferencia del 44%.
Pero ese expolio sólo estaba calentando motores. En 2018 la brecha entre el Fondo y los presupuestos de la SecTur y el Inprotur fue de $ 3.510 millones. Dicho de otro modo, sólo 4 de cada $ 10 que deberían ser de asignación específica terminaron siéndolo.
Y este año, pese al desplome del turismo emisivo internacional, según los datos actualizados hasta el miércoles pasado, la diferencia entre lo que se lleva recaudado por el impuesto a los pasajes y los fondos que efectivamente se destinan al sector ya es de $ 2.777 millones. O sea, se giraron sólo la mitad de los pesos que deberían haberse transferido.
VAMOS POR TODO.
Tal vez por la falta de reacción de dirigentes empresarios y funcionarios provinciales (afectados al ser parte del Directorio del Inprotur) frente a esta situación denunciada reiteradamente por este medio. Tal vez por la necesidad de un aporte/expolio patriótico para reforzar las Cuentas Nacionales. Tal vez por ambas. Lo cierto es que en 2020 no hay el más mínimo indicio de corrección frente a este incumplimiento de lo que dicta la ley.
En el presupuesto presentado días atrás al Congreso Nacional, el Ejecutivo prevé que los ingresos tributarios a recaudar para el Fondo Nacional de Turismo alcancen el año próximo año los $ 8.672 millones, un 23,4% más que los calculados para este año. Vale aclarar que faltando tres meses para cerrar el año y pese al desplome del emisivo, la meta de recaudación de 2019 está cumplida en un 82%. Es más, en los últimos cuatro años las previsiones siempre se quedaron cortas (en 2017 y 2018 lo ingresado fue más del doble de lo calculado).
¿Cuántos de esos fondos de asignación específica se aplicarán al sector? De acuerdo al Presupuesto 2020, apenas el 40% (esta vez el adverbio no es un eufemismo), es decir más de $ 5.000 millones de lo que se espera recaudar no está previsto que vayan a financiar acciones de Turismo. Un incumplimiento récord de lo que dicta la Ley Nacional de Turismo.
Aunque las sucesivas devaluaciones distorsionan el impacto de la cifra a continuación, si sumamos año a año el dinero que se recaudó pero no se invirtió en Turismo (tanto SecTur como Inprotur) tenemos que desde 2016 hasta 2019 fueron $ 8.700 millones. Si le agregamos las previsiones del presupuesto 2020 la cifra se estira a la friolera de $ 13.700 millones. Lo que equivale a ocho presupuestos (base 2020) del Inprotur.
Como explicamos en notas anteriores, es Hacienda la que informalmente le pone el techo para que esos miles de millones que Turismo recauda no conduzcan a Roma sino a Rentas Generales. “Por más que recauden $ 10 mil millones, si en el Presupuesto le pusieron $ 2.500 millones sólo van a poder usar eso”, le explicó a este medio un experto en Presupuesto y Administración Financiera Pública.
Dicho sea de paso, no alcanza con que los funcionarios de Suipacha 1111 digan que lo que contamos no es cierto. Los datos del Ministerio de Hacienda con los que armamos las notas están a la vista de todos, también de ellos.
DE TAL EXPOLIO, TAL PRESUPUESTO.
De aprobarse el presupuesto enviado por el oficialismo, el año que viene la Secretaría de Turismo sería uno de los organismos más perjudicados. Al pasar de los $ 1.658 millones de crédito vigente a los $ 1.944 millones previstos, el incremento de la partida no llega al 22%, teniendo en cuenta que la inflación interanual acumulada hasta hoy roza el 55%.
Peor la pasaría el Inprotur. Su presupuesto en pesos crecería de los vigentes $ 1.350 millones a $ 1.588, un 17,6% más para un organismo que contrata en dólares, una divisa que en un año se apreció un 55% contra la moneda local.
En ese contexto, las metas del Instituto en cuanto a acciones a realizar son igual de modestas que las del año pasado: el presupuesto alcanzaría para concurrir a sólo 15 ferias internacionales (en 2018 se habían presupuestado 55 ferias y 68 en 2017) y 15 encuentros de comercialización (94 en 2018 y 122 en 2017). Pero no sólo continua el repliegue de cara al trade, las dirigidas al público que este año ya se redujeron un 50%, también serán un 10% menos en 2020. Por su parte, se mantienen en 60 las acciones promocionales en canales online previstas.
Claramente, la consigna es que la devaluación se ponga el destino al hombro. Aunque ya reconozcan que no va a alcanzar para llegar a los 9 millones de viajeros extranjeros prometidos para este año en el Plan Nacional de Turismo presentado en 2016. Ni tampoco en 2020, donde aun con el viento de cola de la competitividad en precios se aspira a llegar a los 8,3 millones de visitantes.
En números
$ 8.700 millones es lo que se recaudó en el Fondo Nacional de Turismo pero no se invirtió en Turismo (tanto SecTur como Inprotur) desde 2016 hasta 2019.
22% es el aumento presupuestario previsto para la SecTur para 2020, en un contexto de inflación interanual acumulada que hoy roza el 55%.
15 ferias internacionales son las que componen la agenda del Inprotur en 2020. En 2017 se habían presupuestado 68.
Del discurso a los hechos
La edición pasada marcábamos cómo a menos de un año y medio de la asamblea del Consejo Mundial de Viajes (WTTC) en Buenos Aires ya se había diluido el entusiasmo con el que los CEOs globales habían bendecido a Macri como “un verdadero líder para nuestra industria”. En su estudio bianual “Índice de Competitividad de Viajes y Turismo”, el WTTC fue implacable al ubicar a Argentina entre los cinco peores de los 140 escenarios medidos para hacer negocios. Pero también desnudó la brecha entre discursos y hechos: el país se posiciona en la mitad de tabla para abajo (76°) por la priorización que le da a la industria de los viajes y el turismo. Por ejemplo, la consideración de la estrategia de marca de Argentina descendió del puesto 51 al 92° y los fondos destinados por el Gobierno al sector (como porcentaje del presupuesto total) nos pone entre los 50 peores (94°) del mundo. De la mano de ello, la efectividad de las campañas para atraer turistas apenas nos alcanza para aparecer en el puesto 80° del ranking.
La pregunta que queda en el aire es cuánto mejor estaría Argentina en el ranking si Turismo pudiera disponer de los recursos que recauda.