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Turismo sostenible, una nueva forma de viajar

Hervé Landetcheverry, cofundador de la consultora especializada en turismo sostenible Tres Ejes, de Argentina, plantea la necesidad de generar una nueva manera de viajar, consciente, resiliente y respetuosa del medio ambiente.

Repensando cómo vamos a viajar en el futuro, el turismo sustentable surge, sin dudas, como el rumbo a seguir. Una oportunidad para continuar generando conciencia social y ambiental fuera de lo masivo, conectando a las personas y generando un impacto positivo en los destinos.

Los destinos deberán pensar en la resiliencia para poder recuperarse y luego tendrán que incorporar el manejo de la sustentabilidad a su gestión, concentrándose y trabajando de manera colaborativa, en red, con todos los actores de la cadena de valor. Sumar estrategias para el manejo de crisis (prevención del riesgo), diversificar la oferta y aplicar protocolos de higiene, sobre todo en el caso de los prestadores, serán aspectos vitales.

En el turista continuará creciendo el interés y la demanda de sustentabilidad en los destinos y sus actores, e exigirá experiencias más auténticas, fuera de los destinos y áreas saturadas. En esa dirección, el turismo de naturaleza y el turismo rural comunitario tienen una gran oportunidad. Varias encuestas aseguran que esas opciones serán las primeras en recuperarse al desarrollarse en espacios naturales, abiertos, donde se evita la masificación.

Lo cierto es que aquellos viajeros acostumbrados a acumular sellos en sus pasaportes, que amaban los destinos internacionales, deberán reconsiderar sus elecciones al finalizar el confinamiento. En principio, cambiarán sus deseos por necesidad y luego por el descubrimiento, ya que se suelen desconocer los destinos más próximos.

Esta reapertura, el repensar y abrir de nuevos caminos pone ante las comunidades, los emprendedores e incluso los municipios la oportunidad de que crear nuevos destinos, experiencias y servicios. Las alianzas serán clave para el surgimiento de nuevas propuestas turísticas que deberán poner en valor los entornos naturales, el patrimonio cultural y la identidad de sus habitantes.

Cada lugar tiene su identidad, su gente, sus costumbres y sus sitios emblemáticos. El desafío es analizar qué es lo que realmente se le quiere mostrar al visitante, cuál es el relato, qué queremos contar y para qué. No alcanza sólo con pensar en el ingreso de dinero, sino en el concepto amplio de sustentabilidad y en todo lo asociado a esta mirada del turismo.

Teniendo en cuenta la reapertura del turismo en fases que se observa a nivel global y la relevancia que los destinos locales cobrarán entre los viajeros, ¿cuáles serán los de mayor demanda o los que necesitan prepararse para el Día D, después de la pandemia? Es difícil hacer juicio de valor; quizás hiramos susceptibilidades. Yo diría los destinos cercanos a grandes ciudades y los emergentes o menos posicionados.

Los beneficios del turismo comunitario son innegables: garantiza experiencias únicas y vivenciales, descubrimiento y participación. Además, genera beneficios sociales en las comunidades, que revalorizan así su patrimonio, rescatan tradiciones y evitan que los jóvenes emigren, ya que el turismo les brinda una oportunidad de desarrollo personal y económico hasta entonces inexistente. Desde lo económico, por supuesto, se le suma el ingreso extra de dinero y la generación de empleo genuino. Si bien es muy difícil vaticinar cómo será el futuro del sector, es necesario prepararse adoptando protocolos y medidas de higiene que generen confianza en el viajero responsable.

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