A poco más de dos semanas de que la propuesta venza, el nuevo retiro voluntario propuesto por Aerolíneas Argentinas, comienza a cosechar rechazos de parte de los sindicatos. A diferencia del primer retiro voluntario donde había una propuesta única, ahora se vincula el retiro con el legajo de cada empleado de modo que la propuesta “es individual, final y confidencial”.
Aerolíneas Argentinas: Crece el rechazo sindical al nuevo retiro voluntario
Aerolíneas Argentinas, presidida por Fabián Lombardo, propuso un nuevo retiro voluntario que va cosechando el rechazo de los sindicatos por ajuste que oculta.
“La propuesta sería calculada en base a tu salario mensual y antigüedad, en un esquema superador del último plan ofrecido”, detalla Aerolíneas Argentinas. “El monto se abonará en un único pago”, se agrega y concluye: “Es importante que sepas que no existirán nuevas propuestas de retiro gratificado en el corto o mediano plazo”.
La compañía espera lograr la adhesión de unos 500 empleados al nuevo retiro. De este modo y sumando la anterior propuesta, a la que habrían adherido otros 500 trabajadores, Aerolíneas Argentinas redondearía unas 1.000 bajas.
Aerolíneas Argentinas ante el no sindical
El rechazo de los sindicatos al nuevo retiro voluntario tiene dos dimensiones, una más profunda que la otra.
La oposición más ligera tiene que ver con las condiciones propias del retiro, la propuesta en sí a la que no consideran como positiva, tal como sucedió con el retiro anterior.
En una comunicación interna que trascendió a los medios, los pilotos de APLA señalaron: “respetamos y entendemos que cada piloto tomará su decisión al respecto, de acuerdo a su legítima situación puntual y personal”.
Sin embargo, el aspecto más profundo del rechazo tiene que ver con la idea de que los retiros voluntarios son un aspecto de algo peor: un feroz achique de la compañía. De hecho, desde APLA señalaron que se espera en las próximas semanas la desprogramación de al menos 10 aviones (dos Embraer E190, dos Airbus A330 y seis B-737NG). “Esta medida (el retiro voluntario) representa un achicamiento directo, que se verá reflejado luego, en una reducción de flota, lo que inevitablemente impactará en el corto tiempo, en una menor capacidad operacional de la empresa”, afirmaron desde APLA.
En el mismo sentido, desde la APA (Asociación del Personal Aeronáutico), denunció: “la intención es reducir personal con estos despidos encubiertos”. “Como durante la fracasada privatización de los 90 de nuestra aerolínea de bandera, cuando se turnaron para vaciarla la española Iberia, la estadounidense American Airlines, la estatal española SEPI y la agencia turística española Marsans, ahora un gobierno neoliberal de extrema derecha repite la estrategia”, afirmaron desde APA.
Un espiral hacia el vacío
Cuando el Estado reasumió el gerenciamiento de Aerolíneas Argentinas en 2008, el por entonces gerente General y presidente, Mariano Recalde, repetía que la empresa no estaba sobredimensionada, sino que tenía reducidas sus operaciones. La lógica era que con una empresa de “volara más, no sobraría nadie”.
Hoy comienza, peligrosamente, a gravitar el pensamiento inverso. Para la gestión actual, a cargo de Fabián Lombardo, la empresa está sobredimensionada y en esa sintonía se montan los retiros voluntarios. Sin embargo, si la empresa va a seguir reduciendo su red de destinos y frecuencias, y su flota, el “sobredimensionamiento” será, en consecuencia, cada vez mayor.
De hecho, datos provenientes del informe de ANAC correspondiente a junio pasado, revelan que AR transportó 3% menos de pasajeros en el cabotaje (comparando junio 2024 vs. junio de 2023). En todo el mercado de cabotaje se operaron un 17% menos de vuelos y, puntualmente la empresa del Cóndor, realizó un 18% menos de vuelos en junio.
¿Igual que a nivel país?
Es como el círculo vicioso de las arcas públicas. El Estado se achica mediante recortes presupuestarios y reducción de personal, para eliminar el déficit fiscal. El objetivo es equilibrar lo que se gasta con lo que se recauda.
Sin embargo, en el aspecto económico se toman medidas que llevan al país de la recesión a la depresión y por lo tanto, reducen fuertemente la recaudación fiscal. De modo que el ajuste no se detendrá jamás, porque si bien el gasto público se reduce, la recaudación también: nunca alcanzará el achique.
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