Argentina alberga una infinidad de recursos naturales y es una tierra generosa para la producción de materias primas de calidad, diversidad y altos valores nutritivos. Además, cada región ofrece productos diferenciados por el clima, las características del suelo y los factores culturales.
En tal sentido, la Denominación de Origen (DO) y la Indicación Geográfica (IG) sirven para identificar y poner en valor ciertos alimentos. "Estos sellos tienen como objetivo destacar productos que se consideran únicos por el área donde se producen y por la forma de elaboración que respeta las costumbres del lugar. Las características de la región, la historia, la cultura y el vínculo de los productores con el territorio hacen que estos alimentos sean diferentes. Estas certificaciones benefician a los productores, porque jerarquizan su labor, y a los consumidores que acceden a alimentos de calidad garantizada", explicó Eugenia Bustamante, abogada y directora del programa Régimen Jurídico de los Agronegocios de la Universidad Austral y profesora de Legislación Rural en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UCA.
Asimismo, la letrada remarcó que "estos reconocimientos, en la medida que sean otorgados a través de procesos regulados y con el debido control estatal, aportan a las economías regionales y al desarrollo social y cultural de una comunidad. Además, fomentan la generación de empleo en el sector rural. En tal sentido, es esencial que exista una política de Estado que acompañe las iniciativas privadas para detectar oportunidades en producciones regionales, guiar el proceso de obtención del sello y auditar el mantenimiento de la calidad a través del tiempo. Esta estrategia contribuye a la inserción de nuestros productos en mercados internacionales y a posicionar al país como productor de alimentos de calidad".
Bajo el nombre genérico de Denominaciones Geográficas existen distintas categorías de sellos que identifican a los productos por su lugar de origen. Una de ellas son las Indicaciones de Procedencia (IP), que no garantizan la calidad sino que solo informan sobre el lugar del que proviene un alimento. En tanto, las Indicaciones Geográficas y las Denominaciones de Origen (DO) están reguladas en nuestro país para productos agrícolas y alimentarios, y hacen referencia a una calidad específica.
Por su parte, Héctor Niubó, coordinador de la Oficina de Registro de Indicaciones Geográficas, de la Subsecretaría de Alimentos y Bebidas del Ministerio de Agroindustria de la Nación, dialogó con Hospitalidad & Negocios sobre los requisitos para obtener estos sellos.
"El trámite lo inician los productores, aunque previamente deben presentar un aval de la provincia a la que pertenecen. En primer término, nos envía una guía de prácticas que llevan adelante para desarrollar el producto. Mientras que nosotros hacemos una auditoría para ver si cumplen con los requisitos que indica la ley de Indicaciones Geográficas o Denominaciones de Origen. El tiempo que demanda el trámite depende del estadio en que se encuentre la producción del alimento. Porque dentro de un grupo de emprendedores no todos están en el mismo nivel de desarrollo. Alguno quizás no cumple con la normativa de buenas prácticas y manufactura; entonces hay que capacitarlo y brindarle herramientas para que lo logre. Una vez que eso sucede, comenzamos a trabajar con el sello", detalló Niubó.
Por otra parte, agregó que "cuando se otorga la DO o la IG los productores se comprometen a utilizar los símbolos nacionales en el empaque del alimento y eligen un logo que indica que cuentan con estos sellos. A su vez, desde el sector público realizamos auditorías anuales para comprobar que sigan cumpliendo con el protocolo que se aprobó inicialmente. Cabe aclarar que las leyes de IG y DO tienen validez en el territorio nacional exclusivamente. Aunque existe la posibilidad de darle reconocimiento internacional a través de nuestra oficina. Nosotros nos ponemos en contacto con cancillería y ellos se encargan de inscribir el producto en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Hasta la fecha ninguno de los alimentos reconocidos en el país inició ese trámite".
La puesta en valor de los productos locales
En Argentina existen varios productos que se diferencian por su lugar de procedencia y por el método de elaboración utilizado. En tan sentido, las Indicaciones Geográficas y las Denominaciones de Origen son sellos que reconocen la calidad de estos alimentos y ayudan a ponerlos en valor en el ámbito local e internacional.
LOS DISTINGUIDOS.
Más allá de los beneficios para los productores y las economías regionales, los alimentos con DO o IG también permiten que los establecimientos gastronómicos adquieran materias primas de calidad y puedan incorporar a sus cartas sabores locales.
En el caso de la Indicación Geográfica -indica el origen y asegura la calidad de los procesos de elaboración-, los productos que la obtuvieron son el Salame Típico de Colonia Caroya (Córdoba), el Melón de Media Agua (San Juan), los Alcauciles Platenses (Buenos Aires), la Yerba Mate y el Cordero Patagónico (Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Islas del Atlántico Sur y el partido de Carmen de Patagones en Buenos Aires). "En este último caso, se trata de la Indicación Geográfica más grande del mundo", aclaró Niubó.
Por su parte, "la Denominación de Origen sirve para designar un producto originario de una región, provincia o área del territorio nacional, cuyas cualidades se deben esencialmente al medio geográfico. Además, la producción de las materias primas y su procesamiento, desde el inicio hasta el producto final, deben realizarse en dicha área geográfica. Se otorga el derecho a usar en forma exclusiva el nombre que identifica la DO y también a utilizar emblemas, distintivos, siglas y logotipos autorizados por el organismo competente. En nuestro país existen dos casos: el Chivito Criollo del Norte Neuquino y el Salame de Tandil", indicó Bustamante.
A su vez, Niubó adelantó que el Dulce de Membrillo Rubio de San Juan está cerca de obtener la DO. Mientras que la Miel de Limón de Tucumán, las Aceitunas de Aracuco de La Rioja, la Miel de la Yunga Jujeña y el Cordero del Centro Mesopotámico están iniciando el trámite de certificación.
EL DÍA DESPUÉS.
¿Qué ocurre con estos alimentos luego de obtener estos sellos? Sobre este tema, Niubó aclaró: "Los productores explotan esta distinción según sus propias necesidades, puede ser la promoción o la búsqueda de nuevos mercados. En el caso de los Alcauciles Platenses comenzaron a hacer un trabajo con el Programa de Calidad de los Alimentos (Procal), que pertenece también al Ministerio de Agroindustria. El objetivo es ampliar su cadena comercial más allá de los centros concentradores de verduras o el supermercadismo".
En tal sentido, los productores participaron del ciclo "Menús de Estación con Sabores de Argentina" (MESA), que organiza el grupo Acelga Se trata de un evento realizado en restaurantes para impulsar y concientizar masivamente acerca del consumo de productos de estación, en un contexto de calidad y excelencia. Del 1 al 7 de septiembre los establecimientos adheridos ofrecieron un menú diseñado especialmente para esta ocasión, basado en el alcaucil. Además, organizaron una experiencia gourmet para restaurantes de La Plata y llevaron a cabo la Fiesta del Alcaucil, el 1° y el 2 de octubre.
Por su parte, los productores del Cordero Patagónico se enfocaron en la exportación de esta carne, sobre todo al mercado europeo. Mientras que el Salame de Tandil y el Salame Típico de Colonia Caroya son los casos que más explotaron el sello como un atractivo turístico.
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